arritmiasDurante las arritmias, el corazón puede latir demasiado rápido —taquicardia— o demasiado despacio —bradicardia—, situación que provocaría daños en este órgano, en el cerebro y en otras partes del organismo.

Aunque la mayoría de las arritmias son inofensivas, algunas pueden ser graves, hasta el punto de poner en riesgo la vida.

A medida que un niño crece, su frecuencia cardíaca disminuye. El corazón del recién nacido late entre 95 y 160 veces por minuto; cuando comienzan a crecer, palpita entre 90 y 150 veces por minuto; en cambio, entre los seis y ocho años de edad, los latidos aumentan a entre 60 y 110 veces por minuto.

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La frecuencia de latidos cambia por muchos motivos, por ejemplo, puede incrementar cuando se realizan actividades físicas, y disminuir al dormir.

Existen diversos tipos de arritmias, aunque en general se dividen en: supraventriculares —auriculares/sinusales—, ventriculares y bradiarritmias. Los síntomas dependen de la edad y la madurez del niño.

Es decir, los mayores pueden contarte que se sienten mareados o explicar cómo “aletea” su corazón. Para los bebés y niños, existen cambios notables, como palidez en la piel, irritabilidad y desinterés por la comida. Otros síntomas son:

• Debilidad.
• Cansancio.
• Palpitaciones.
• Desmayos.
• Dolor de pecho.
• Latido del corazón lento.
• Latido del corazón rápido.
• Pausas entre los latidos.
• Sudoración.
• Falta de aliento.

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En muchos casos, las arritmias en los menores son inofensivas. Pese a ello, no deben pasarse por alto. Este tipo de problemas son un foco de atención, el cual señala que no se está haciendo suficiente ejercicio o que hay malos hábitos alimenticios.

Si ocurren a menudo, o duran mucho tiempo, debes llevar a tu hijo con un médico. ¡No te preocupes!, dependiendo de cualquier enfermedad del corazón subyacente, el pronóstico para los niños con arritmias es positivo.

 

Vía: Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y la Sangre/ Cleveland Clinic