En primera instancia, el consumo de sustancias adictivas suele ser voluntario. El desarrollo de una adicción en su totalidad tiene lugar a través de una variedad de circunstancias.

No obstante, el cerebro cambia durante un trastorno relacionado con el uso de sustancias, de manera que puede pasar mucho tiempo antes de que recupere un estado saludable.

Una persona cuyo circuito de recompensa cerebral no se ha alterado como resultado de la adicción experimenta sentimientos positivos en relación con comportamientos generalmente gratificantes, como hacer ejercicio, estar con la familia o consumir comida deliciosa. Todo esto debería hacer que una persona se sienta bien.

Lo anterior podría motivar a un individuo a repetir tales comportamientos y recuperar ese sentimiento positivo.

Las sustancias producen una sensación de euforia al activar grandes cantidades de dopamina en ciertas regiones del cerebro, que son responsables de la sensación de recompensa. La adicción se presenta cuando el acto de utilizar una sustancia se apodera de dichos circuitos e incrementa la necesidad de consumir más y más de la sustancia para lograr el mismo efecto gratificante.

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Un trastorno por uso de sustancias eventualmente ya no propicia los mismos sentimientos gratificantes que alguna vez brindaba. Sin embargo, si la persona se abstiene de utilizar la sustancia, esta comienza a sentir síntomas de abstinencia, que pueden ser extremadamente desagradables.

La persona generalmente se encuentra usando la sustancia solo para sentirse «normal», lo que significa prevenir la incomodidad de los síntomas de abstinencia.

Consumir sustancias adictivas y alcohol para moderar el estado de ánimo también puede afectar el funcionamiento de la corteza prefrontal, una sección del cerebro que maneja la toma de decisiones ejecutivas. Dicha sección debería alertar a una persona sobre las consecuencias dañinas de tal comportamiento, pero la adicción afecta su capacidad para concretar esta función.

Una combinación de los tres mecanismos antes citados y los factores de riesgo de la adicción puede conducir al desarrollo de un trastorno adictivo.

Otro contribuyente clave a la adicción es el tipo de sustancia que toma una persona. Por ejemplo, los opioides son altamente adictivos ya que se dirigen directamente a los receptores del cerebro.

Muchos sostienen que la marihuana es menos adictiva en términos de su contenido químico, pero es importante señalar que esta se dirige a los centros de placer y recompensa del cerebro. Por ello, se requiere más investigación para respaldar tales afirmaciones.

 

Fuente: Medical News Today