Existen muchas teorías sobre los trastornos conductuales y sus consecuencias a nivel social. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, provocan problemas escolares y dentro del ámbito familiar. Lamentablemente, este tipo de situaciones afectan considerablemente la calidad de vida de los niños y, por ende, su desarrollo.

De acuerdo con especialistas en salud, es posible disminuir la mala conducta de los menores a través del ejercicio, aún si padecen autismo, trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), ansiedad y depresión.

Para llegar a esta premisa, April Bowling, investigadora de la Universidad de Harvard y profesora en el Colegio Merrimack, en Massachusetts, estudió los efectos de la actividad física —bicicletas equipadas con un juego de ejercicio de realidad virtual— en la conducta de un grupo de niños.

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Luego de siete semanas, pudo constatar que el ejercicio estructurado durante la jornada escolar disminuye los problemas ligados a la conducta. Según los resultados, los menores tenían hasta 50% menos probabilidades de portarse mal durante las clases, en comparación con aquellos que no se ejercitaban.

«(Cuando) los estudiantes anduvieron en bicicleta, fueron menos propensos a que los expulsaran del aula por conductas inaceptables (…) Es importante para su aprendizaje y relación con los maestros y los demás niños de la clase», aseguró.

A decir de la especialista, los niños con problemas de conducta suelen hacer menos actividad física que sus compañeros, debido a la dificultad para seguir las normas de ciertos deportes o con algunas actividades relacionadas con la educación física.

En este sentido, los videojuegos ofrecerían una forma divertida de mantener a los niños concentrados, entusiasmados y activos. Aunque debe considerarse que no se trata de un remedio infalible, pues «la intervención pareció mejorar la capacidad general de los niños para manejar el conflicto en clases, (pero) eso no significa que ayude al niño a hacer su tarea», aseveró Timothy Verduin, profesor clínico de psiquiatría infantil y adolescente en el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York.

 

Vía: DoctorFamily.org