El tímpano es un delgado fragmento de tejido, en forma de cono, que separa el oído externo del oído medio. Está situado al final de la parte donde se forma cerumen (conocida como conducto auditivo externo).

Cuando el tímpano se rompe o perfora, la lesión impide que vibre correctamente, lo que provoca una reducción de la audición. Las pérdidas auditivas suelen ser de carácter temporal y pueden variar de intensidad en función del tamaño y de la localización de la lesión.

Las lesiones de tímpano pueden ser sumamente dolorosas, en especial para los niños pequeños y, en el peor de los casos, pueden derivar en infecciones y pérdidas auditivas.

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Sin embargo, en la mayoría de los casos las lesiones se curan en pocas semanas y no provocan problemas graves.

¿Cuáles son los síntomas?

Cuando un niño se lesiona el tímpano, el primer síntoma suele ser el dolor de oído, que puede ser de leve a importante y que puede incrementar durante un periodo de tiempo, hasta acabar disminuyendo de forma repentina.

Otros signos que alertan sobre una posible lesión son:

-Secreción procedente del oído de un fluido que puede ser transparente, pus o sanguinolento.

-Pérdida auditiva que puede ser de leve a grave.

-Zumbidos o pitidos en los oídos.

-Mareo, inestabilidad y/o vértigo que pueden provocar náuseas o vómitos.

¿Cuáles son las causas?

Los principales detonantes de estas lesiones son los siguientes:

1. Uso de hisopos.- Limpiarse el interior del oído con hisopos de algodón es la principal causa de las lesiones timpánicas. Esto se debe a que al hurgarse el conducto auditivo sin cuidado es muy fácil lesionarse el delicado tejido del tímpano, sobre todo en los niños más pequeños. Para limpiar el cerumen que se acumula en los oídos de los pequeños, lo mejor es optar por humedecer una toallita y deslizarla con delicadeza por el exterior del conducto auditivo.

2. Infecciones de oído.- Una infección puede conllevar a la acumulación de pus o fluido detrás del tímpano, lo cuál puede hacerlo explotar.

3. Cambio brusco de presión.- Un cambio repentino en la presión barométrica (como los que ocurren en los viajes de avión, una carretera de montaña o cuando se hace buceo) puede bastar para provocar una rotura.

4. Ruidos fuertes.- Los ruidos fuertes (como los asociados a explosiones) pueden producir ondas acústicas lo bastante fuertes como para lesionar esta parte del oído.

5. Objetos extraños.- Aparte de los hisopos, en este grupo de objetos también se incluyen las horquillas y cualquier otro objeto de tamaño reducido que los niños se pueden introducir dentro del conducto auditivo.

6. Golpe en la cabeza.- Un golpe directo en la oreja puede provocar fracturas o un incremento de la presión que puede romper o desgarrar el tímpano.

 

Vía: Kid’s Health