Un grupo de investigadores advirtió que más de una cuarta parte de los videos informativos sobre COVID-19 en inglés que han ganado popularidad en plataformas en línea son engañosos.

Según un nuevo estudio publicado en la revista BMJ Global Health, hay publicaciones, por ejemplo, que afirman falsamente que las compañías farmacéuticas ya tienen una cura para el COVID-19, pero que no la venderán, y que diferentes países tienen cepas más fuertes del  nuevo coronavirus.

Los espectadores «deben mostrarse escépticos, usar el sentido común y consultar a fuentes acreditadas (agencias de salud pública o médicos) para verificar su información», aconsejó Heidi Oi-Yee Li, autora principal del estudio y estudiante de medicina en la Universidad de Ottawa, en Canadá.

El ejemplo más importante de estas plataformas es YouTube, que con miles de millones de espectadores posee un enorme potencial para reforzar u obstaculizar los esfuerzos de salud pública, lamentaron Li y sus colegas. Pero lo que aparece en su búsqueda más reciente en YouTube es «alarmante», dijo Li.

«En un mundo ideal, las plataformas en línea y redes sociales deberían asumir más responsabilidad por el contenido que se sube», comentó. Pero «esta es una expectativa poco realista, dado que miles de millones de usuarios suber información cada segundo en todo el mundo».

¿Cómo se realizó el estudio?

Los investigadores realizaron una búsqueda simple de palabras clave para «coronavirus» y «COVID-19» el 21 de marzo de 2020.

Después de compilar los 75 videos principales para cada una de las palabras de búsqueda, el equipo excluyó todos los clips que no estaban en inglés, aquellos que excedían una hora, los duplicados y cualquier cosa que no fuera realmente sobre COVID-19.

Los 69 videos restantes ya se habían visto casi 258 millones de veces, señalaron. Poco menos de un tercio (29%) fueron videos de noticias de la red de televisión. Las publicaciones generadas por el consumidor y las noticias de entretenimiento representaron aproximadamente uno de cada cinco clips.

Las noticias basadas en Internet representaron el 12%, mientras que los consejos e información «profesionales» obtenidos de los periódicos representaron menos del 10%.

Solo el 2% de los clips fueron publicados por agencias gubernamentales, como los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos o los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de dicho país. Los videos de instituciones educativas también representaron únicamente el 2% del total.

Todos recibieron un puntaje basado en la precisión de la información respecto a cómo se propaga el COVID-19; los síntomas típicos; los tratamientos; y los patrones de infección (epidemiología).

Aunque casi las tres cuartas partes de los videos se consideraron precisos (alrededor del 28%, que representa 62 millones de proyecciones), no lo fueron.

La información engañosa incluyó comentarios racistas, recomendaciones inapropiadas o teorías de conspiración.

Un tercio de los videos engañosos fueron de noticias de entretenimiento; una cuarta parte provino de las noticias de la red televisiva; y otra cuarta parte representaba noticias en internet. El contenido generado por el consumidor constituyó el 13%, hallaron los investigadores.

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Buenas noticias y malas noticias

Con base en los resultados anteriores, la buena noticia es que ninguna de las publicaciones generadas por el gobierno contenía información errónea.

Sin embargo, la mala noticia fue que las publicaciones generadas por el gobierno constituyeron apenas una fracción de los videos más populares sobre COVID-19.

Y ahí está el problema, subrayó Li. «¿Debería realmente obtener información sobre la atención médica de cualquier YouTuber que probablemente sepa tanto como tú? Creo que no».

Agregó que si las fuentes de salud confiables quieren llegar a más personas, deberán intensificar la calidad en la producción de un video.

«Las agencias de salud pública deben asegurarse de que su mensaje llegue al público produciendo videos que sean más entretenidos», recalcó, «porque eso es lo que la gente ve».

De acuerdo con Li y su investigación, el video más visto en la popular plataforma y que posee más de 20 millones de visitas, fue producido por una popular celebridad de YouTube y televisión. Mientras tanto, el video gubernamental más popular solo alcanzó 4 millones de visitas.

Pero no es tan simple como producir contenido en video más fácil de digerir, refirió Matt Motta, profesor asistente de ciencias políticas en la Universidad Estatal de Oklahoma.

«Sabemos por investigaciones previas que YouTube es un lugar al que las personas que quieren estar expuestas a contenido conspirativo van a consumir esa información», mencionó.

Simplemente «presentar a las personas los hechos no es garantía de que cambien de opinión», incluso si la presentación es entretenida, agregó Motta. Esto se debe a que «cuando las ‘correcciones fácticas’ desafían las creencias políticas o las visiones sociales sociales profundamente arraigadas de las personas, a veces las personas se aferran a esos puntos de vista».

Pero también sugirió que «eliminar los canales que brindan información incorrecta en sitios como YouTube tendría el potencial de limitar o reducir la disponibilidad de información errónea».

El interés público en torno a la asesoría de salud confiable se encuentra en su punto más alto de todos los tiempos, por lo que «aumentar el suministro de información precisa, al tiempo que disminuya la disponibilidad de información falsa, reduciría el número de personas que tienen creencias falsas o que están mal informadas», finalizó Motta.

 

Vía: Health Day News