sindrome_anciano.3Las caídas y las lesiones causadas por las mismas, son responsables de una buena parte de la morbilidad y mortalidad presentes entre los adultos mayores. Aunque la mayoría de estas caídas no provocan muerte o lesiones físicas graves, sí determinan a menudo una reducción en la actividad social y física, así como una pérdida de confianza en la independencia funcional.

Una de las consecuencias que no se deriva directamente de las lesiones producidas por la caída, pero que afecta a la persona mayor y a su entorno, es el llamado Síndrome post-caída. Éste involucra una serie de cambios en la conducta y en varias actitudes, que son observables en personas que han sufrido caídas, los cuales provocan una disminución en la confianza para llevar a cabo ciertas actividades, pues existe un miedo subyacente a padecer una nueva caída. Dicho componente psicológico se correlaciona con un componente físico asociado a la pérdida de movilidad y equilibrio.

Diversos estudios muestran que entre un 20 y un 46% de las personas mayores que no han sufrido ninguna caída y entre el 40 y el 73% que sí la han sufrido, manifiestan temor a caerse. Este miedo se vincula a una disminución de la calidad de vida y a un incremento de la fragilidad corporal, así como a la pérdida de autonomía para concretar actividades cotidianas.

Estos factores repercuten directamente en la vida del paciente, generándole, entre otras cosas, un elevado riesgo de hospitalización, mayores dificultades para rehabilitarse, dependencia de un cuidador, pérdida de contacto con la gente y depresión.

Por lo anterior, expertos del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid en España, han creado una estrategia de intervención terapéutica que ayuda a los adultos mayores que experimentan Síndrome post-caída a superar su miedo, a fin de favorecer la recuperación del equilibrio y la marcha y evitar que acarreen problemas sociosanitarios específicos por temor a caerse de nuevo.

Este plan de acción se basa en determinados conceptos de la Terapia Cognitiva de Beck, la cual fue diseñada para tratar la depresión y estudia las descripciones que los pacientes hacen de sí mismos y de sus experiencias, mientras observa su adopción sistemática de una visión negativa debida a formas distorsionadas de interpretar la realidad.

Para iniciar la intervención, es importante establecer una adecuada relación de empatía con el paciente y sus cuidadores, llevando a cabo un entrenamiento o rehabilitación gradual según un conjunto de tareas prefijadas en función del estado del paciente.

Las tareas o ejercicios a cumplir son:

  • Motivación del paciente que contrarreste su inactividad y preocupación por las caídas
  • Descripción detallada de los pasos realizados para caminar de un lugar a otro, para contrarrestar divagación y falta de concentración (especialmente en pacientes con depresión)
  • Hacer hincapié en la manera de pensar del paciente y su relación con su capacidad de caminar, mostrando ventajas y desventajas para llegar a soluciones posibles
  • Analizar el grado de eficacia obtenido y la necesidad o no de realizar alguna modificación (adquirir un andador, dejar de usar un bastón, pedir ayuda para subir o bajar escaleras, etc.)

Con ello, esta terapia busca la correcta recuperación física de adultos mayores que padecen Síndrome post-caída, evitándoles complicaciones inherentes a la inmovilidad y manteniendo su independencia funcional, sus relaciones familiares y sociales y, por tanto, su correcta calidad de vida.

 

Vía: Académica