La culpa es esa emoción que sienten las personas cuando hacen -o dejan de hacer- algo que afectó a otra persona o que tuvo consecuencias negativas para alguien más.

Si bien puede ser catalogado como un sentimiento negativo, expertos aseguran que, en dosis adecuadas, la culpa puede ser saludable para el desarrollo de los niños.

Esto se debe a que sentirse culpable está asociado con el hecho de sentir empatía -siempre y cuando se trate de una culpa saludable-, indicó Tina Malti, profesora de Psicología en la Universidad de Toronto, en Canadá.

“La culpa moral es saludable, buena para el desarrollo. Ayuda al niño a abstenerse de tener un comportamiento agresivo o antisocial”, detalló.

“Hay mucha evidencia de que la culpa saludable promueve el comportamiento social adecuado en los niños”, agregó.

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De acuerdo con la especialista, el hecho de que un niño sienta culpa puede ayudarlo a ser más empático. La empatía es la capacidad que tenemos para percibir, compartir y comprender lo que otra persona está sintiendo.

La dosis adecuada

Este beneficio solo se da cuando los niños experimentan lo que la experta denomina como ‘culpa saludable’. Esta se refiere básicamente a que un niño puede sentirse triste o se puede sentir culpable porque lo que le hizo a otro niño le provocó daño.

Se trata de la culpa que obedece a las consecuencias de las acciones del niño, cuando él es el responsable.

Si bien la culpa es parte del desarrollo saludable de un niño, los padres de familia deben evitar que sus pequeños se juzguen duramente a sí mismos -o de que se sientan responsables- por cosas que están más allá de su alcance (como el hecho de culparse por las peleas de sus padres o incluso por su divorcio, por ejemplo).

Consejos

Para evitar que un niño se sienta culpable por cosas que están más allá de su alcance, los padres deben explicar muy claramente cuándo sí y cuándo no es culpa de los pequeños, expuso Malti.

Por ejemplo, cuando efectivamente sean culpables los padres deben ser claros: “Tu hermano está llorando y es porque rompiste su juguete”, ejemplificó.

Se debe hacer lo mismo en el caso contrario. “Si los padres pelean, es importante aclarar que eso no tiene que ver con el comportamiento del niño. De lo contrario, el niño continuará preocupado”, dijo.

 

Vía: The New York Times