Cuando una niña o niño comienzan la escuela, su temperamento distintivo se vuelve más evidente. Cada menor de edad tiene una forma única de sentir, de pensar y de interactuar con los demás. Algunos niños son tímidos, mientras que otros son extrovertidos. Algunos son activos, mientras que otros son más sedentarios. Asimismo, hay niños que son inquietos, mientras que otros pueden mantenerse tranquilos. Cada familia está compuesta por individuos que tienen su propio carácter.

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Con base en lo anterior, debes tener cuidado de no descartar los sentimientos de tu hijo(a) debido a que no coinciden con tus expectativas. Por ejemplo, si eres extrovertido(a) y activo(a), puede resultarte difícil comprender el comportamiento tímido de tu hijo(a). Empujar a tu niño(a) pequeño(a) a situaciones que le resulten incómodas puede eliminar su confianza en sí mismo(a), en lugar de desarrollarla.

Por ello, es importante que aceptes y celebres la singularidad de tu hijo(a). Recuerda que también es un individuo. Y aunque puedes influir en el comportamiento de tu niño(a) hasta cierto grado, el temperamento suele ser hereditario y, por lo general, los padres tienen poco control sobre él. Permite que tu hijo(a) tenga sus propias preferencias y sentimientos personales, y no olvides que estos pueden ser muy diferentes a los tuyos.

 

Fuente: Michigan Medicine – University of Michigan Health