Todos sabemos que la motivación es clave para alcanzar metas en nuestra vida personal y profesional. Pero si esperas a que la motivación te llegue de golpe como una tormenta o rayo repentinos, es mucho menos probable que des un solo paso hacia cualquier objetivo. Incluso si tienes una meta muy deseada en mente, es muy fácil agotarla por sentirte abrumado(a), procrastinar o ser impaciente.
Antes de establecer una meta, es fundamental identificar claramente su significado; es decir, ¿por qué es importante para ti alcanzarla con éxito? ¿Qué significará este logro para ti? Por ejemplo, decirte a ti mismo(a): «Quiero perder 5 kilos para tener más energía para jugar con mis nietos» transmite mucho más significado que «Quiero bajar de peso». O tal vez tu meta sea pintar una habitación de otro color porque sientes que ese color traerá más alegría a tu vida. Eso es muy diferente a establecer la meta de «pintar la habitación».
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Entonces, si te fijas una meta y la pospones o no la logras, reflexiona sobre su significado. ¿Sigue siendo importante para ti? De ser así, considera el significado de la procrastinación o las dificultades que estás experimentando.
Sumado a ello, es fundamental que elabores un plan detallado para alcanzar tu meta. Usa el acrónimo SMART en inglés como guía:
- Smart – Específico (¿Qué quieres lograr exactamente?)
- Measurable – Medible (¿Cómo sabrás que lo has logrado?)
- Achievable – Alcanzable (¿Es posible la meta que te has propuesto?)
- Realistic – Realista (¿Tiene sentido fijarte esta meta ahora mismo?)
- Time-bound – Con plazos (¿Cuál es el plazo específico para lograr esta meta?)
Por ejemplo, una meta de «realizar más ejercicio» es demasiado vaga y no te ayudará a alcanzar el éxito. En su lugar, establece la meta de caminar 50 pasos durante la próxima hora o dar un paseo de 15 minutos el miércoles por la mañana. Esta meta es específica, medible, alcanzable, realista y con plazos definidos.
Fuente: Harvard Medical School