La mayoría de la población con demencia no es diagnosticada con dicha enfermedad, lo que demuestra lo importante que es examinar y evaluar a las personas mayores para detectarla, así lo reveló un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Alzheimer’s Disease.

El nuevo análisis de datos de una encuesta nacional, que entrevistó a aproximadamente 6 millones de estadounidenses de 65 años o más, descubrió que el 91% de las personas con deterioro cognitivo consistente con demencia no tenían un diagnóstico médico formal de demencia o de enfermedad de Alzheimer.

Cuando otras personas (en general, miembros de la familia) respondieron a la encuesta, la tasa cayó a alrededor del 75%, cifra que sigue siendo significativa, señaló Sheria Robinson-Lane, gerontóloga en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor, y coautora del estudio.

Las tasas de no diagnóstico variaron según la raza, el género y la educación. Por ejemplo, las personas mayores afroamericanas mostraron una tasa más elevada (93%) que otros grupos raciales, halló la investigación.

«Existe una gran disparidad en el tratamiento y el diagnóstico relacionados con la demencia entre los adultos mayores negros, que a menudo reciben un diagnóstico más tardío durante el desarrollo de la enfermedad, en comparación con otros grupos raciales y étnicos», apuntó Robinson-Lane.

Los hombres (99.7%) tuvieron más probabilidades de no reportar ningún diagnóstico, en comparación con las mujeres (90.2%), y aquellos que no se graduaron de la escuela secundaria mostraron una tasa estimada más alta (93.5%) que aquellos con al menos la educación secundaria (91%), mostraron los resultados.

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La educación superior suele asociarse con una mayor riqueza y más acceso a recursos que afectan tanto el riesgo de demencia como la progresión de la enfermedad, indicó Robinson-Lane.

También hay evidencia de que el nivel educativo puede afectar los resultados de las pruebas de pensamiento y memoria («cognitivas»).

Robinson-Lane resaltó que los hallazgos son particularmente relevantes en estos momentos, pues los pacientes con demencia tienen un mayor riesgo de hospitalización y muerte por COVID-19, la cual también causa impactos neurológicos duraderos en algunas personas, quizás aumentando su riesgo de demencia.

El examen de detección de demencia no es una parte rutinaria de las visitas anuales de control para los adultos mayores, puntualizó la experta.

«Ahora más que nunca, estos exámenes y evaluaciones de rutina son realmente críticos. Creo que es particularmente importante tener alguna información de referencia disponible para los médicos de pacientes mayores de 65 años», subrayó Robinson-Lane.

Por su parte, Ryan McGrath, coautor del estudio y profesor asistente de ciencias de la salud, nutrición y ejercicio en la Universidad Estatal de Dakota del Norte en Fargo, dijo que evaluar las habilidades de pensamiento de las personas mayores es muy importante.

«Recomendamos que los proveedores de atención médica evalúen el funcionamiento cognitivo bajo durante las evaluaciones de salud de rutina cuando sea posible. Opciones como la telemedicina pueden reducir el tiempo en la clínica y ampliar el alcance», enfatizó McGrath.

 

Fuente: Health Day News