Una convulsión febril es una convulsión en un niño desencadenada por fiebre. A decir de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, una temperatura de 38°C o más puede causar este tipo de reacción en los menores.

Si bien una convulsión febril puede ser aterradora para los padres, la mayoría de las veces, no causan ningún daño.  Por lo regular, el niño no tendrá un problema de salud más serio a largo plazo.

¿Cuándo puede ocurrir una convulsión febril?

Las convulsiones febriles ocurren, con mayor frecuencia, en niños sanos de 9 meses a 5 años de edad. Los niños pequeños son los más afectados. 

La mayoría de las convulsiones febriles pasan en las primeras 24 horas de una enfermedad. Un resfriado o una enfermedad viral pueden provocar una convulsión febril.

Síntomas

Una convulsión febril simple se detiene por sí sola en cuestión de segundos —o hasta 10 minutos—. A menudo, va seguida de un período corto de somnolencia o confusión.

Se puede presentar cualquiera de los siguientes síntomas:

  1. Tensión repentina de los músculos en ambos lados del cuerpo del niño. 
  2. Llanto o gemidos.
  3. Vómito.
  4. Problemas de respiración y dedos morados.
  5. El niño puede caer si está de pie o morderse la lengua.
  6. El cuerpo del niño puede empezar a sacudirse rítmicamente. 

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Es importante señalar que una convulsión que dura más de 15 minutos —sólo en una parte del cuerpo— o se repite durante la misma enfermedad, no es una convulsión febril normal.

En bebés y niños pequeños, es importante descartar otras causas tras una primera convulsión, especialmente la meningitis, una infección bacteriana de la cubierta del cerebro o la médula espinal.

Comunícate con un profesional de la salud y descríbele la convulsión que presenta tu hijo. Sigue al pie de la letra las instrucciones del especialista. Evita medicar a tu pequeño si el médico no lo señala así.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos