En muchas culturas, dormir la siesta por la tarde no solo es algo común, sino que forma parte de la vida diaria. Según los expertos, muchos adultos duermen la siesta a mitad del día con regularidad.
Si tienes buena salud, dichas siestas breves durante el día pueden traerte beneficios: te ayudan a recuperar el sueño que perdiste al madrugar, te hacen sentir menos irritable o te aseguran un buen descanso si tienes un trabajo que no está dentro de las horas laborales tradicionales durante el día. También pueden mantenerte seguro en las calles y carreteras, protegiéndote de accidentes por manejar un auto con sueño.
Además de reducir la somnolencia, se ha demostrado que las siestas mejoran la memoria en condiciones de laboratorio.
Pero la investigación sobre la siesta no es del todo optimista.
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Ha habido algunos estudios epidemiológicos muy importantes que han sugerido beneficios y daños de la siesta a nivel de población, y es difícil sacar conclusiones a nivel individual.
Por ejemplo, algunas investigaciones han descubierto que los adultos que hacen siestas largas durante el día pueden tener más probabilidades de padecer enfermedades como diabetes, enfermedades cardíacas y depresión. La necesidad de dormir durante el día puede ser una señal de que no están durmiendo lo suficiente por la noche, lo que se asocia con un mayor riesgo de desarrollar tales enfermedades crónicas. La somnolencia diurna también puede ser una señal de que estás teniendo un sueño de baja calidad, lo que puede indicar un trastorno del sueño.
En algunos casos, la siesta crea un círculo vicioso. Duermes durante el día para recuperar el sueño perdido por la noche, pero luego te resulta más difícil conciliar el sueño por la noche porque dormiste durante el día.
Limitar las siestas es una posible estrategia para mejorar el sueño nocturno en general.
Fuente: Harvard Medical School