Notar un nuevo bulto o protuberancia en la piel nunca es un descubrimiento agradable, sobre todo si se trata de algo desconocido (no una verruga, un lunar o una urticaria comunes) y no estás seguro(a) de si debes preocuparte.

Incluso el término «bulto» o «protuberancia» puede ser confuso. Dichos crecimientos, ubicados sobre la piel o justo debajo de ella, pueden ser casi planos o hacer que la piel se «hinche» sobre ellos.

Según los expertos, aparte de los cánceres de piel de células basales y escamosas, que son muy comunes (pueden aparecer como cúpulas brillantes o verrugosas), la gran mayoría de los demás bultos de la piel son quistes epidérmicos o lipomas.

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Los quistes epidérmicos suelen aparecer en la cara o la espalda y pueden sentirse como una canica debajo de la piel. Crecen como «brotes» benignos de los folículos pilosos, llenándose de una proteína gelatinosa llamada queratina. (Los quistes pilares son otra versión, pero en el cuero cabelludo). A medida que crecen, los quistes epidérmicos pueden inflamarse o infectarse.

Los lipomas son tumores grasos benignos que suelen aparecer en el tronco o los hombros. Usualmente, crecen con lentitud y pueden ser hereditarios. La mayoría de los lipomas no se pueden ver, a menos que se vuelvan muy grandes. Pero si los puedes sentir, son muy blandos, sin bordes afilados.

Un lipoma puede resultar incómodo si presiona los nervios circundantes. En este caso, un médico puede extirparlo quirúrgicamente o con liposucción, o disolverlo inyectándole un medicamento llamado ácido desoxicólico.

 

Fuente: Harvard Medical School