Sin duda, los electrolitos se han convertido en una herramienta de bienestar que ayuda al cuerpo a retener líquidos. Además, favorecen la función nerviosa y muscular, y mantienen estable la presión arterial. Como ocurre con muchas tendencias de salud, más no siempre es mejor, y un exceso de electrolitos puede causar efectos secundarios.
Concretamente, beber demasiados electrolitos puede provocar un desequilibrio electrolítico. Según los expertos, los síntomas de un consumo excesivo de electrolitos pueden incluir:
- Fatiga
- Náuseas, vómitos o diarrea
- Espasmos musculares o debilidad
- Confusión
- Ritmo cardíaco irregular
- Hipertensión arterial
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En casos más extremos, se pueden experimentar complicaciones renales.
También puede producirse acidosis metabólica (cuando se acumula demasiado ácido en el cuerpo) y, si no se trata, puede provocar fatiga, confusión, respiración rápida o incluso shock.
Los electrolitos sirven para reponer lo perdido. Beber grandes cantidades de electrolitos puede sobrecargar el sistema si no se suda mucho ni se pierden líquidos por una enfermedad.
Por lo anterior, es mejor reservar las bebidas con electrolitos para entrenamientos más largos o de alta intensidad (más de 60 minutos), ambientes calurosos y húmedos, o para recuperarse de vómitos o diarrea. En dichos casos, reponer los minerales perdidos es esencial para evitar la deshidratación.
Los especialistas enfatizan que las personas con ciertas afecciones médicas o que toman medicamentos como diuréticos pueden tener un mayor riesgo de desequilibrio, por lo que deben controlar su ingesta de electrolitos más de cerca con la ayuda de un profesional de la salud.
Fuente: Very Well Health