Cuando se trata de cálculos pequeños y estos deben salir de tu sistema urinario, solo existen dos opciones: que lo hagan sin causar ningún síntoma, o que se presente un problema debido a los cálculos que son más grandes.

Siempre que el cálculo se encuentre en el riñón y no bloquee el flujo de orina, probablemente no cause ninguna sensación o malestar. No obstante, el cálculo finalmente saldrá del riñón y entrará en el uréter en su camino hacia la vejiga.

Los uréteres son pequeños, de aproximadamente 1/8 de pulgada de ancho (alrededor de 3 milímetros), por lo que si un cálculo no puede pasar, es difícil que la orina fluya.

Esto puede ocasionar hinchazón y espasmos increíblemente dolorosos (cólico renal). Sentirás un dolor agudo y punzante en el costado o en la espalda, debajo de la caja torácica. El dolor a veces se irradia a la ingle y los genitales.

Es posible que descubras que la intensidad del dolor cambia a medida que cambias de posición y la piedra continúa su viaje a través de las vías urinarias. Probablemente te resultará casi imposible quedarte quieto(a), dando vueltas y vueltas en un esfuerzo por detener el dolor, que puede desaparecer durante varias horas antes de regresar.

Conoce más: ¿Qué pruebas médicas se utilizan para diagnosticar cálculos renales?

Otros síntomas de cálculos renales incluyen:

  • Náusea
  • Vómitos
  • Sangre en la orina

El dolor tiende a aliviarse una vez que el cálculo llega a la vejiga. Si el cálculo es pequeño o se ha roto en pedazos pequeños, es posible que no lo sientas mientras se mueve desde la vejiga, pasa por la uretra y sale con la orina.

Los cálculos no suelen bloquear la uretra, ya que esta tiene el doble de ancho que los uréteres, pero un cálculo más grande puede provocar un resurgimiento del dolor.

Una persona tarda un promedio de 31 días en expulsar un cálculo pequeño. Los cálculos de 4 milímetros o más grandes pueden demorar más o requerir de un procedimiento médico para extraerlos.

 

Fuente: Healthline