Investigadores de la Universidad de Adelaida, en Australia, informan que han descubierto evidencia de que los nervios situados en el estómago siguen un ritmo circadiano (un ritmo biológico que tiene intervalos regulares de tiempo), lo cual limita la ingesta de alimento de una persona en determinadas horas del día. El estudio, publicado por la Revista de Neurociencia, puede ayudar a entender cómo es que el estómago hace saber al cerebro que se tiene hambre o se está satisfecho.
Los investigadores analizaron ratones de 8 semanas de edad, para determinar cómo responden los nervios en el estómago al «estiramiento», un proceso que se produce después de la ingesta de alimentos en intervalos de 3 horas durante el día.
De acuerdo al Dr. Stephen Kentish, del Laboratorio de Investigación Neurodigestiva de la Universidad de Adelaide, los nervios son los responsables de decir al cerebro cuánta comida a ingerido una persona y cuando detener el consumo.
El estudio encontró que los nervios en el aparato digestivo disminuyen su sensibilidad durante las horas del día que están asociadas con estar despierto. «Esto significa que más alimento puede ser consumido antes de que nos sintamos llenos en momentos de alta actividad, cuando se requiere más energía», explica el Dr. Kent.
En contraste, al cambiar el ciclo del día y llegar la noche, que asociamos con el sueño, los nervios del estómago aumentan su sensibilidad al “estiramiento”, indicando al cerebro que se está pleno y esto limita la ingesta de alimentos.
Esta variación se repite cada 24 horas en una manera circadiana, gracias a los nervios que actúan para coordinar la ingesta de alimento de acuerdo a los requerimientos de energía. Si bien el estudio se realizó en ratones, el doctor Kent explica que «nuestra teoría es que existen las mismas variaciones en las respuestas nerviosas en los estómagos humanos”
Los investigadores consideran que sus hallazgos podrían conducir a descubrimientos sobre cómo los hábitos alimenticios de la gente podrían verse afectados por los cambios en su reloj circadiano.
En este sentido, la profesora asociada de la Universidad de Adelaida y líder del estudio, Amanda Page, pone como ejemplo a los trabajadores por turnos, quienes son más propensos a experimentar interrupciones de sueño y hábitos alimenticios irregulares.
Investigaciones anteriores sugieren que personas que trabajan en turnos largos, horas extra o con horarios de trabajo adversos, por ejemplo las enfermeras, pueden tener una mayor propensión a la obesidad.
En este sentido, agregan los investigadores, se continúa investigando para encontrar cómo es que los cambios impactan en el ritmo circadiano de la conducta alimentaria y cómo los nervios en el estómago reaccionan a estos cambios.