De acuerdo con el doctor Robert H. Shmerling, editor senior de Harvard Health Publishing, los dispositivos de monitorización de la salud usados en los hospitales no siempre son precisos. Las falsas alarmas de los monitores EKG que vigilan el ritmo cardíaco suelen hacer que el personal médico corra apresurado a las habitaciones de los pacientes, solo para descubrir que se sienten bien y sorprendidos por la conmoción. Una falsa alarma particularmente común es un ritmo cardíaco peligroso e inestable en un monitor cardíaco continuo, que puede deberse al movimiento del paciente al cepillarse los dientes.

Los dispositivos de alto riesgo con capacidad de monitoreo, como los desfibriladores y los marcapasos, son probados exhaustivamente por sus fabricantes y examinados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en el caso de Estados Unidos, por lo que su precisión y confiabilidad generalmente son bastante buenas.

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Pero, ¿qué ocurre con los dispositivos de control de la salud en el hogar destinados a los consumidores que no han sido probados exhaustivamente por la FDA o las agencias sanitarias locales? ¿Alguna vez contaste tus pasos durante unos minutos solo para ver si la cuenta de tu teléfono registró lo mismo? ¿O subiste un par de tramos de escaleras para ver si te reconoce todo el crédito por no tomar el ascensor?

La precisión de los dispositivos de consumo depende en parte de lo que se está monitoreando. Por ejemplo, un estudio evaluó la precisión de los monitores de frecuencia cardíaca y las calculadoras de gasto de energía en teléfonos y aplicaciones de salud. La precisión fue bastante alta para la frecuencia cardíaca (a menudo en el rango del 95%), pero mucho menos precisa para el gasto de energía. La precisión también puede variar según a quién se esté supervisando.

Si tienes más dudas sobre estos dispositivos, consulta a  médico y al fabricante de los mismos para resolverlas con mayor profundidad.

 

Vía: Harvard Medical School