Tener fiebre es algo por lo que pasarán todos los niños al menos una vez. Aunque puede ser un escenario que cause preocupación y encienda la alarma de los padres, una buena parte de los episodios de fiebre no necesariamente son una señal de un problema grave de salud.

La fiebre, por sí sola, no causa ningún daño de salud. De hecho, se considera como una medida de protección natural que tiene el cuerpo para combatir posibles amenazas a la salud, como las infecciones.

Aunque cuando se eleva la temperatura corporal de los hijos, los padres pueden llegar a entrar en pánico, es importante recordar que la fiebre, por sí misma, no se trata de una enfermedad. Suele ser un síntoma de otro problema. Esta puede ser causada por varios motivos, como por ejemplo:

-Infecciones: la mayoría de las fiebres son causadas por una infección u otra enfermedad. Una alta temperatura corporal ayuda al cuerpo a combatir las infecciones porque estimula sus mecanismos naturales de defensa.

-Exceso de ropa: en niños pequeños, sobre todo los recién nacidos, estar demasiado abrigados puede ser el detonante de un episodio de fiebre, o incluso estar en un ambiente caluroso. Esto se debe a que los pequeños aún no son capaces de regular su temperatura corporal tan bien como lo hacen los niños mayores.

-Vacunas: los bebés y los niños algunas veces presentan breves brotes de fiebre después de haber sido vacunados.

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De acuerdo con especialistas, no todos los episodios de fiebre requieren tratamiento farmacológico. En la mayoría de los casos, solo se debe tratar con medicamentos si esta causa malestar en un niño. No obstante, los padres deben llamar o acudir al médico en los siguientes casos:

-Tienen un bebé menor de 3 meses con una temperatura de 38 °C o superior.

-Tienen un niño mayor con una temperatura superior a 39 °C.

-Tienen un niño con una temperatura menor de 39 °C, pero: rechaza los líquidos o parece estar demasiado enfermo para beber, tiene diarrea persistente o vómitos repetidos, presenta signos de deshidratación, se queja de un dolor específico, lleva más de 24 horas con fiebre (si se trata de un niño menor de 2 años) o más de 72 horas con fiebre (si supera los 2 años), tiene fiebres recurrentes (aunque solo duren pocas horas), tiene un problema médico crónico, presenta una erupción, o tiene dolor al orinar.

Algunas de las formas que pueden intentar los padres para aliviar los síntomas que suelen acompañar a la fiebre son:

-Vestirlo con ropa ligera y cubrirlo con una sábana o manta que apenas abrigue.

-Asegurarse de que la temperatura de la habitación sea agradable (ni demasiado caliente ni demasiados fría).

-Nunca utilizar alcohol para uso externo (puede producir una intoxicación si se absorbe a través de la piel), bolsas de hielo ni agua fría (pueden causar escalofríos, que pueden aumentar la temperatura corporal).

-Dar a su hijo abundante líquido para evitar la deshidratación (la fiebre hace que los niños pierdan líquidos más deprisa que de costumbre). El agua natural, la sopa y la gelatina de sabores son buenas opciones. Se debe evitar darles bebidas con cafeína (como los refrescos de cola y el té, porque pueden empeorar la deshidratación), también se deben evitar las bebidas deportivas, ya que sus azúcares añadidos pueden empeorar los síntomas.

 

Vía: Kid’s Health