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Tener sobrepeso mantiene la presión arterial elevada de muchas formas. Por ejemplo, el exceso de peso desencadena inflamación (la cual daña los vasos sanguíneos), así como la liberación de hormonas que afectan la regulación de la presión arterial.

¿Qué puedes hacer?

Lo primero es que debes comprometerte a bajar de peso si lo necesitas. Un panel de expertos concluyó que por cada 10 kilos que una persona pierde, puede reducir la presión arterial sistólica (el valor superior de una medición) entre 5 y 20 milímetros de mercurio (mmHg), lo suficiente para marcar una diferencia real cuando se busca una presión arterial inferior a 130/80 mmHg.

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Las estrategias para bajar de peso incluyen una dieta saludable, reducir la ingesta de calorías, hacer ejercicio, dormir lo suficiente (de siete a nueve horas por noche) y controlar el estrés. Para una persona con obesidad, los especialistas recomiendan recetar un agonista del receptor GLP-1, como semaglutida, liraglutida o tirzepatida. Este ayuda a reducir la masa corporal y el colesterol circulante, y está relacionado con una reducción de 3 a 4 puntos en la presión arterial sistólica.

 

Fuente: Harvard Medical School