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Durante el ayuno, los niveles de azúcar en sangre e insulina disminuyen, lo que impulsa al páncreas a liberar glucagón.

Según los expertos, dicha hormona le indica al hígado que descomponga el azúcar almacenado, o glucógeno, y a medida que continúa el ayuno, el cuerpo pasa a quemar grasa como combustible, produciendo cetonas, que son una fuente de energía eficiente para el cerebro y los músculos.

Sin embargo, no todas las dietas de ayuno se estructuran de la misma manera, y algunas pueden no ser tan beneficiosas como otras para controlar el azúcar en sangre.

Existen investigaciones que demuestran que el ayuno intermitente (comer en un período de ocho horas y ayunar durante 16 horas o comer normalmente durante cinco días y restringir significativamente las calorías durante dos días) puede mejorar el control del azúcar en sangre.

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La duración del ayuno y su importancia

Los beneficios específicos del ayuno dependen de su duración.

Durante las primeras ocho a 12 horas, los niveles de azúcar en sangre disminuyen a medida que el glucógeno, o azúcar almacenado, se utiliza para obtener energía. Entre las 12 y 18 horas, la quema de grasa se intensifica, las cetonas aumentan y la claridad cognitiva puede incrementarse, y algunos reportan supresión del apetito debido a la activación de las cetonas.

Después de aproximadamente 24 horas, comienza la limpieza celular, ya que se activa la autofagia, lo que ayuda a reducir la inflamación y a fortalecer el sistema inmunitario. Conforme el ayuno se extiende a 36 – 48 horas, los niveles de la hormona del crecimiento aumentan, lo que promueve la reparación y la recuperación muscular.

Después de 72 horas, suele empezar la regeneración de células madre, lo que ofrece un restablecimiento del sistema inmunitario y una posible protección contra ciertas enfermedades.

 

Fuente: Very Well Health