Si estás acostumbrado(a) a ejercitarte con música, tal vez pienses que bajarle el volumen en tus clases de acondicionamiento físico afectará la intensidad de tu entrenamiento, pero un nuevo estudio publicado en la revista Noise & Health afirma que NO es así.

Es común que los instructores de fitness suban el volumen, a veces a niveles lo suficientemente altos como para dañar la audición, porque creen que ayudará a los estudiantes a trabajar más duro.

Sin embargo, los autores e investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) encontraron que no existe un vínculo entre el volumen de la música y la intensidad con la que se ejercita la gente.

«Era más probable que los participantes reportaran que el volumen de la música era satisfactorio en las clases donde los niveles de sonido eran más bajos», señaló la doctora Ronna Hertzano, autora del estudio y profesora asociada de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello en la citada facultad.

«Es importante destacar que el gimnasio donde realizamos nuestro trabajo eligió mantener la música en un nivel más suave después de que les informamos de los resultados de nuestro estudio», subrayó la experta.

Para el estudio, el equipo de Hertzano encuestó a participantes (edad promedio de 31 años) en clases de spinning de una hora en un gimnasio de Baltimore.

En las clases con música, que era de 2 a 3 decibeles más baja que las clases más ruidosas (aproximadamente una reducción del 20% en el volumen percibido), los participantes no reportaron diferencias en la intensidad del ejercicio, descubrió el estudio.

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Aquellos en las clases con el volumen de música más bajo tuvieron una ligera caída en la intensidad del entrenamiento, pero solo dos participantes informaron una intensidad por debajo del promedio.

Más de uno de cada cuatro participantes del estudio les dijeron a los investigadores que habían tenido síntomas de daño auditivo después de la clase de spinning, incluyendo zumbidos en los oídos o audición amortiguada.

En las clases con la música más fuerte, casi un tercio de los participantes dijo que el volumen era excesivo y casi la misma cantidad dijo que preferirían que estuviera más bajo.

Solo tres participantes dijeron usar protección auditiva, como tapones para los oídos.

«Nuestros resultados sustentan un caso sólido para reducir el volumen de la música en las clases de acondicionamiento físico, a fin de proteger contra la pérdida auditiva sin sacrificar la intensidad del entrenamiento», apuntó Hertzano.

Es común que los niveles de sonido promedio en las clases grupales de fitness superen los 90 decibeles (tan fuerte como un tren subterráneo que se acerca) e incluso superen los 100 decibeles (tan fuerte como una cortadora de césped eléctrica), según una investigación previa.

Una exposición al ruido de una hora no debe superar los 94 decibeles, y la exposición a niveles de 100 decibeles debe limitarse a 15 minutos para proteger contra la pérdida auditiva permanente, enfatiza el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos.

 

Vía: Health Day News