Las mascarillas para el cuidado de la piel están por todos lados, inundando incluso el Internet y las redes sociales, prometiendo rejuvenecer y dejar atractiva nuestra piel con presentaciones cuyos costos radican en lo absurdo.

Aunque las mascarillas son muy populares, la realidad es que no existe evidencia científica significativa que respalde su uso. Los dermatólogos no las consideran médicamente necesarias para una piel sana y radiante, así lo señala Laurel Naversen Geraghty, dermatóloga de la Universidad de Stanford.

No obstante, muchos entusiastas del cuidado de la piel (e incluso algunos dermatólogos) encuentran placer y tal vez un beneficio leve y subjetivo al usar ciertas mascarillas faciales. Y eso quizás tenga algo de respaldo científico.

Lo que sí hacen las mascarillas

Según la especialista, algunas mascarillas pueden disminuir temporalmente la pérdida de humedad natural de la piel (una medida de la función de la barrera cutánea que los médicos llaman pérdida de agua transepidérmica). Pueden depositar una película delgada de humectante o aumentar la hidratación de la piel temporalmente, dejándola más suave y disminuyendo las líneas finas. Y si tiene la capacidad de atrapar un ingrediente activo en la piel, una mascarilla también podría aumentar la potencia de sus ingredientes para obtener resultados más rápidos y dramáticos. (Los dermatólogos a menudo confían en este concepto, llamado oclusión, para calmar las erupciones cutáneas graves, como la psoriasis o el eccema. Un ejemplo clásico es una crema de cortisona aplicada debajo de una envoltura de plástico y dejarla actuar durante la noche, para aliviar más rápidamente la erupción).

Si bien las mascarillas normalmente se consideran seguras, su calidad e ingredientes pueden variar ampliamente. Las erupciones que ocasionan picazón, ardor, enrojecimiento o formación de escamas pueden ser causadas por los ingredientes que contienen estas mascarillas, debido a que algunos inducen irritación o alergias en la piel. Por ello, si tu piel reacciona o si tienes piel sensible, lo mejor es evitarlos, aconsejó Geraghty.

La experta agregó que incluso las y los dermatólogos que disfrutan de las mascarillas recomiendan no exagerar en su uso, pero no hay problema en aplicarlas una vez a la semana o una vez al mes. Asimismo, es muy importante verificar la lista de ingredientes, ya que permite elegir adecuadamente entre los miles de productos disponibles.

Qué mascarillas buscar según tu piel

Las personas con piel seca, que se irrita o que sufren de envejecimiento pueden buscar mascarillas suaves que contengan ácido hialurónico, glicerina o dimeticona, recomendó Geraghty. Hay personas que optan por la miel de manuka (originaria de Nueva Zelanda) o las mezclas de arcilla porque son relajantes. (Ten en cuenta que una crema o pomada humectante rica, suave y sin perfume puede hacer tanto o más que cualquier mascarilla para hidratar la piel reseca, irritada o agrietada).

Para aquellos que son propensos a las imperfecciones, las mascarillas que contienen arcilla, carbón, ácido salicílico, ácido glicólico o aceite de árbol de té pueden ofrecer un posible beneficio para exfoliar la piel y calmar los brotes. Cabe advertir que estos ingredientes también pueden causar irritación, enrojecimiento o descamación.

Para la piel que luce opaca o que muestra signos de la edad, considera una mascarilla con ácido glicólico o retinol, pues puede aclarar y exfoliar suavemente el cutis.

Finalmente, Geraghty resaltó que no existen mascarillas «milagrosas». Pero siempre que seamos realistas en nuestras expectativas y no notemos ningún problema, también pueden ser una parte divertida y segura de una rutina saludable de cuidado de la piel.

 

Vía: WebMD