Tomar el tipo incorrecto de bebida cuando haces ejercicio podría poner en riesgo la salud de tus riñones, advierte un nuevo estudio.

Específicamente, la amenaza es consumir refrescos y bebidas azucaradas con cafeína durante el ejercicio en un ambiente caluroso, según investigadores de la Universidad de Buffalo en Nueva York (Estados Unidos).

El pequeño estudio incluyó a 12 adultos sanos que realizaron sesiones prolongadas de ejercicio en un entorno de laboratorio con una simulación de un día de 35 grados Celsius. En una sesión, los participantes tomaron un refresco con cafeína, con alto contenido de fructosa, y en la otra, bebieron agua. Al menos siete días pasaron entre sesiones.

Después de la sesión en la que se les dio el refresco, los participantes tuvieron niveles más altos de creatinina en la sangre y una “tasa de filtración glomerular” más baja, ambos marcadores de lesión en los riñones.

Estos cambios temporales no ocurrieron cuando los participantes bebieron agua durante el ejercicio, destacaron los investigadores en un comunicado de prensa de la Sociedad Americana de Fisiología.

Los especialistas también hallaron que durante y después de beber el refresco, los participantes mostraron niveles más altos de vasopresina en la sangre, una hormona que aumenta la presión arterial. También estaban ligeramente deshidratados, señaló el autor correspondiente del estudio, Zachary Schlader, profesor asistente de ejercicio y ciencias de la nutrición.

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“El consumo de refrescos durante y después del ejercicio en un ambiente caluroso no permite la rehidratación”, informaron los autores. “Por lo tanto, el consumo de refrescos como bebida rehidratante durante el ejercicio en condiciones de calor podría no ser lo ideal”.

El trabajo se publicó recientemente en la revista American Journal of Physiology – Regulatory, Integrative and Comparative Physiology.

En las sesiones de entrenamiento, los participantes pasaron 30 minutos en una caminadora, seguidos de tres actividades de levantamiento de 5 minutos, destreza y balanceo de martillo. Luego descansaron durante 15 minutos mientras bebían casi 500 ml de refresco o agua.

Después de la pausa, repitieron el ciclo tres veces más en un total de cuatro horas. Antes de salir del laboratorio, los participantes recibieron más de su bebida asignada para tomarla previo a cualquier otro líquido.

Antes, inmediatamente después y 24 horas después de cada prueba, los investigadores midieron la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, el peso y los marcadores de lesión renal de los participantes.

Schlader y sus colegas señalaron que se necesitarán más investigaciones para comprender los efectos a largo plazo del consumo de refrescos durante el ejercicio y cómo podría estar asociado con el riesgo de enfermedad renal.