Sufrir ataques físicos o psicológicos en el colegio conlleva consecuencias negativas tanto para la víctima como para el agresor y se arrastran hasta la adultez. Así lo demuestra un estudio realizado por las universidades de Warrick en Inglaterra, y Duke, en Estados Unidos, que concluyen que la totalidad de los niños de la muestra implicados en bullying, proyectan el impacto en sus relaciones sociales futuras, en sus estados físicos y emocionales.

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La investigación se realizó en base al seguimiento de 1,420 niños cuyas edades fluctuaban entre los 9 y 26 años. De ella se desprende que en uno de cada cinco casos de bullying, se invirtieron los roles en el futuro: la víctima se transformó en ‘matón’ o el agresor se convirtió en víctima.

Los agresores corren el peligro de figurar como víctimas en su adultez, ya que pueden fracasar en el intento de defenderse y de imponerse como ‘matones’, según explica el principal autor de la investigación, Dieter Wolke, de la Universidad de Warwick. Entre los factores que hacen más susceptibles la inversión de agresor a víctima, está la impulsividad, la tendencia a ser provocados, baja autoestima, impopularidad y falta de comprensión de señales sociales.

Asimismo hay condiciones que son propias de ambas posturas. Las víctimas se caracterizan por ser débiles físicamente, introvertidos, con tendencia a mostrar reacciones de enojo o de correr y carecen de amigos que los ayuden. A mediado plazo comienzan a demostrar problemas psiquiátricos siendo jóvenes. Los niños del estudio mostraron que diez años después la relación con sus padres se debilitó, presentaron el triple de dificultad para conservar amistades y el doble de posibilidades de no concluir sus estudios.

Este grupo es el más propenso a desarrollar traumas o enfermedades. Son personas que tienen cinco veces más probabilidades de renunciar frecuentemente a sus trabajos y tres más de ser despedidos. Así también, la posibilidad de padecer depresión, asma, intentos de suicidio o tabaquismo, es seis veces mayor que quienes no sufrieron bullying escolar.

En la vereda opuesta, los agresores son fuertes y más conocidos entre sus pares, independientemente de si es por admiración o por temor. Los casos del estudio presentaron el doble de riesgo de ser despedidos de sus trabajos y de vivir relaciones violentas. Así también un mayor número de problemas con la ley, consumo de drogas y el triple de probabilidades de no estudiar una carrera. No obstante, su salud se encuentra menos susceptible a enfermedades que las víctimas, alcanzando sólo 1,06 veces más de peligro, debido a que sufren menos estrés