Por lo general, un médico puede valerse de un examen físico y de los antecedentes familiares del paciente para diagnosticar un infarto cerebral isquémico (o evento vascular cerebral [EVC] isquémico). Y tomando como base los síntomas, también puede darse una idea de dónde se encuentra la obstrucción.

Si padeces síntomas como confusión y dificultad para hablar, tu médico puede realizar una prueba de azúcar en sangre. Esto se debe a que la confusión y la dificultad para conversar también son síntomas característicos de un nivel bajo de azúcar sanguínea.

Asimismo, una tomografía computarizada craneal puede ayudar a distinguir el infarto cerebral isquémico de otros problemas que ocasionan la muerte del tejido cerebral, como una hemorragia o un tumor.

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Una vez que tu médico haya diagnosticado un EVC isquémico, intentará averiguar cuándo comenzó y cuál es la causa principal. Una resonancia magnética es la mejor forma de determinar cuándo comenzó un infarto cerebral de este tipo. Las pruebas utilizadas para determinar su causa raíz suelen incluir:

  • Un electrocardiograma (ECG) para detectar ritmos cardíacos anormales.
  • Una ecocardiografía para revisar tu corazón en busca de coágulos o anomalías.
  • Una angiografía para determinar qué arterias se encuentran bloqueadas y qué tan grave es la obstrucción.
  • Un análisis de sangre para el colesterol y los problemas de coagulación.

 

Fuente: Healthline