Los niños no reaccionan a la frustración igual que los adultos. Por ello, las rabietas son muy comunes durante la infancia, situación que hace perder el control tanto a los menores, como a sus padres. Afortunadamente, los adultos pueden enseñar a los niños a manejar el estrés, tomando en cuenta que el autocontrol es una habilidad esencial para alcanzar una buena salud física y mental en el futuro.

La educación emocional debe comenzar a temprana edad. A continuación, te damos algunas sugerencias para ayudar a tus hijos a controlar su comportamiento.

Menores de 5 años

Los bebés y niños pequeños se sienten frustrados al querer hacer cosas y no conseguirlo. A menudo, responden con rabietas. ¿Qué puedes hacer? Intenta evitar estallidos distrayendo al pequeño con juguetes u otras actividades.

En el caso de los pequeños mayores de 2 años, designa un área —puede ser una silla— para que pase un breve tiempo de espera, con el fin de mostrar las consecuencias de los estallidos y enseñar que es mejor tener calma. No olvides felicitar a tu hijo por no perder el control en situaciones frustrantes.

De 6 a 9 años

A medida que los niños entran a la escuela, son capaces de entender la idea de las consecuencias. Anima a tu hijo a alejarse de las situaciones frustrantes durante unos minutos. Esto le ayudará a entender que es mejor evitar los arrebatos.

De 10 a 12 años

Los niños mayores pueden entender mejor sus sentimientos. Invita al menor a pensar qué le está haciendo perder el control y explícale que, en la mayoría de las ocasiones, las situaciones que lo estresan tienen solución.

Conoce más: 9 pasos para lograr una crianza eficaz y feliz

De 13 a 17 años

En esta etapa, los niños deben ser capaces de controlar la mayoría de sus acciones. Procura que tu hijo adolescente piense en las consecuencias a largo plazo. Si es necesario, disciplina a tu hijo quitándole ciertos privilegios, con la finalidad de reforzar la idea de que el autocontrol es una habilidad importante.

Recuerda, por difícil que sea, debes resistir el impulso de gritar cuando estás disciplinando a tus hijos. En su lugar, sé firme y mantén la calma.

 

Vía: Kids Health