Los profesionales de la salud suelen utilizar pruebas serológicas (análisis de sangre que detectan anticuerpos) y biopsias intestinales para diagnosticar la enfermedad celíaca. Si las pruebas serológicas sugieren que un paciente podría tener enfermedad celíaca, los médicos deben ordenar biopsias intestinales para confirmar el diagnóstico.

Las pruebas genéticas que confirman la presencia o ausencia de genes específicos asociados con la enfermedad celíaca pueden ser beneficiosas en algunos casos.

Solicitar pruebas serológicas suele ser el primer paso para diagnosticar la enfermedad celíaca. Tales pruebas incluyen las siguientes:

  • Pruebas de inmunoglobulina A (IgA) de transglutaminasa tisular (tTG) e inmunoglobulina G (IgG) de tTG
  • Prueba de anticuerpos contra el endomisio (EMA) -IgA
  • Pruebas de péptido de gliadina desamidado (DGP) -IgA y DGP-IgG

Conoce más: Síntomas de enfermedad celíaca, lo que debes saber

Las pruebas serológicas que buscan anticuerpos IgA son más sensibles para la enfermedad celíaca que las pruebas de anticuerpos IgG. Sin embargo, en personas que tienen deficiencia de IgA, las pruebas de IgG pueden ser útiles. Para obtener resultados precisos en las pruebas de diagnóstico, el paciente debe seguir una dieta que contenga gluten.

Actualmente, hay disponibles paneles celíacos que incluyen una combinación de pruebas serológicas. Las pruebas incluidas en un panel varían según el laboratorio y es posible que no todas sean necesarias. Algunos laboratorios han desarrollado cascadas de pruebas para evitar la ejecución automática de pruebas innecesarias.

Además del uso de pruebas serológicas para ayudar a diagnosticar la enfermedad celíaca, los profesionales de la salud pueden aprovecharlas para llevar un control de qué tan bien siguen los pacientes una dieta sin gluten.

 

Fuente: National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases (NIDDK)