Se conoce como fibromialgia al síndrome de larga duración -o crónico- que causa dolor generalizado en músculos, articulaciones y otros tejidos blandos.

Esta afección es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Aunque principalmente suele afectar a personas de entre 20 y 50 años, también pueden desarrollarla adolescentes y niños.

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Cuando afecta a un niño, suele ser denominado como síndrome de fibromialgia primaria juvenil.

¿Cuáles son sus síntomas?

Pese a que es una afección de carácter crónico, sus síntomas suelen ir y venir. En algunas ocasiones pueden ser leves, pero luego empeoran, llegando incluso a interferir en las actividades del día a día.

La mayoría de los niños que padecen esta afección suelen experimentar los siguientes síntomas:

-Dolor muscular generalizado, generalmente de tipo sordo, similar al ardor. Algunas veces también puede ser de tipo punzante. Puede ser leve e intenso.

-Presentar una serie de puntos dolorosos, o áreas corporales donde experimentan dolor cuando se las presionan. Los puntos dolorosos más frecuentes son la parte posterior de la cabeza, entre los omóplatos, hombros, pecho, cuello, cadera, rodillas y codos.

-Fatiga.

-Problemas para dormir.

-Problemas gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable.

-Problemas de memoria y/o de concentración.

-Dolores de cabeza

-Irritabilidad.

-Ansiedad.

-Depresión.

¿Cuáles son sus causas?

En la actualidad los especialistas en salud aún no logran identificar al 100% las causas de la fibromialgia, pero se han encontrado algunos factores de riesgo, entre los que se encuentran:

-Haber atravesado por una infección o enfermedad, una lesión corporal o un problema emocional.

-Factores genéticos. Es posible que el hecho de presentar determinada mutación genética incremente las probabilidades de que una persona desarrolle esta afección.

Consideraciones

Es importante que cuando un padre identifique uno o varios de los principales síntomas de la fibromialgia (como dolor muscular crónico, fatiga o problemas para dormir) acudan con un especialista de la salud, para que pueda ser detectada oportunamente.

Aunque aún no existe una cura para esta afección, el tratamiento puede ayudar a controlar sus síntomas, reduciendo el dolor y mejorando la salud general y la calidad de vida del niño que la padece. El tratamiento incluye tanto cambios en el estilo de vida como medicación.

 

Vía: Kid’s Health