fecundidad.2La fecundidad ha sido una compañera entrañable a lo largo de la historia de la humanidad. Una de sus manifestaciones más interesantes se encuentra representada en el libro del Génesis, que describe la manera en la que los humanos demuestran su capacidad comunicativa y comportamiento relacional desde su gestación, no solo con su entorno natural y su “creador”, sino particularmente con sus propios semejantes, a los cuales los convierte en el centro de la reflexión ética.

Para ello, investigadores de la Universidad de La Sabana en Colombia se dieron a la tarea de crear un espacio reflexivo y de debate sobre la fecundidad, a fin de analizarla y abordarla desde dos campos de acción que incluyeron a dicha visión cosmogónica del relato bíblico y al planteamiento ético del filósofo lituano Emmanuel Lévinas, disertando sobre el sentido de la fecundidad como filiación y fraternidad. Ambos términos involucran aspectos únicos a la condición humana e implican que como especie y como individuos tengamos un propósito, una finalidad, un deber, así como una dignidad y un valor-bien.

La experiencia relacional abre a la dimensión comunicativa de los seres humanos. Esto significa que todo rostro, sea el nuestro o el de los semejantes, hace posible percibir su significado, puesto que es la parte más desnuda del individuo, buscando trascender a través de la unión, la entrega y del compartir. Esto se transpola íntegramente a la fecundidad, por lo que, en palabras del mismo Lévinas, “en la fecundidad, el yo trasciende el mundo de la luz, no para disolverse en el anonimato del hay, sino para ir más lejos que la luz, para ir a otra parte”.

El sentido de esta responsabilidad total hacia y para el otro nos permite subrayar la importancia de desvivirse humanamente para otros, y es de aquí de donde surge la belleza de la fecundidad, pues es por esta vía que logra alcanzar una dimensión de “bondad engendrada”, definiéndose dentro de una categoría ontológica.

Por lo anterior y sin duda alguna, la dignidad humana actúa como valor moral, y es jurídicamente relevante al ser intrínseca de las personas gracias a su condición de fines. La verdadera presencia del deber ser no solo es un acto legítimo hacia uno mismo, sino una invitación hacia el deber ser que engloba a todas las personas, dotándolas de una dignidad y valor, haciendo del encuentro humano un fin en sí mismo, lo que nos conduce hacia la responsabilidad para el otro, al mismo tiempo que nos preocupamos por la propia. Este hecho nos coloca en el compromiso ético que Lévinas apunta, que no es otro que la invitación a ser partícipes de la responsabilidad ética humana.

Para comprender el pensamiento personalista de Lévinas y la explicación dada por el Génesis, es imperativo resaltar la importancia de la fecundidad como una manera de abrirle las puertas al ser y a la dignidad humana que habitan en ella. Toda relación humana está determinada por el deber y la responsabilidad hacia al otro.

 

Vía: Académica