La mayoría de las personas ha tenido que tomar medicamentos en algún momento de su vida. Si bien brindan numerosos beneficios, al reducir dolores, combatir infecciones y controlar ciertas condiciones —como la presión arterial alta o la diabetes—, también pueden causar reacciones no deseadas o efectos secundarios.
Todos los medicamentos tienen el potencial de provocar reacciones adversas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una reacción adversa a un medicamento (RAM) se define como «cualquier respuesta a un fármaco que es nociva, no intencionada y que se produce a dosis habituales para la profilaxis, diagnóstico o tratamiento».
Este tipo de efectos no deseados aparecen durante su uso adecuado, es decir, difieren de la dosificación excesiva accidental o intencionada, así como de la mala administración de un fármaco. Los más frecuentes son:
- Malestar estomacal.
- Diarrea o heces blandas.
- Boca seca.
- Somnolencia.
- Cambio en nivel de actividad o estado de ánimo.
- Mareos.
- Bochorno, sofoco o sudoración.
- Sarpullidos.
- Ritmo cardíaco elevado.
Las reacciones alérgicas son difíciles de predecir y varían de leves a severas. Se sabe que los pacientes suelen responder de manera distinta a una determinada pauta de tratamiento; por lo tanto, además de las propiedades farmacéuticas del medicamento, es esencial considerar las características del paciente que podrían conducir a estos efectos.
Los factores de riesgo son:
- Edad. Las personas de edad muy avanzada o muy jóvenes son más susceptibles.
- Enfermedades intercurrentes, como una alteración renal, hepática o cardíaca.
- Interacciones farmacológicas —por ejemplo, entre fármacos que compiten por el mismo receptor o que actúan sobre el mismo sistema fisiológico—.
- Efecto de los alimentos sobre la absorción de los fármacos. La falta de alimento puede disminuir la absorción o aumentar el efecto irritante sobre el estómago.
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Cuando comiences a tomar un nuevo medicamento, asegúrate de entender cómo utilizarlo correctamente. Si tienes dudas, consulta a un especialista. ¡No te automediques!
Vía: OMS/ Medline Plus/ Healthy Children