depresion navideña-IEn el año 1984, el psiquiatra Norman Rosenthal usó por primera vez el término trastorno afectivo estacional (TAE), que cambió la manera en la que la gente percibía la época final de año, pues describe un tipo de depresión ligada a un patrón estacional, que usualmente se presenta durante el invierno.

Se piensa que la falta de luz afecta la región del cerebro que controla el sueño, el apetito, el deseo sexual, y el estado de ánimo y de actividad. Los pacientes experimentan letargo y un ansia de alimentos azucarados.

Rosenthal acuñó el término en uno de sus artículos, que escribió luego de trasladarse del clima cálido de Johannesburgo en Sudáfrica al noreste de EU, donde se sabe los inviernos son más largos y rigurosos.

«Me tomó cerca de tres años observar cómo los inviernos se alternaban con los veranos«, comentó Rosenthal, quien es profesor en la Universidad de Georgetown en Washington. «Se daba por hecho que la gente se ponía de mal humor en invierno, que no estaba tan feliz«.

La idea de que muchas personas son menos felices en invierno, nubla el hecho de que para un grupo más reducido ocurre algo más serio. «Se convierte en una condición médica cuando tiene consecuencias en la vida de las personas, como no poder ir a trabajar, o cuando afecta su calidad de vida», apuntó el experto.

El TAE ha sido validado como condición médica por varios especialistas. En muchos países se ofrecen terapias, y ha ganado terreno en forma sustancial dentro de la cultura popular.

Rosenthal admite que el acrónimo -el cual sugiere la clase de sentimientos que experimentan los enfermos- se escogió para causar un gran impacto en los medios de comunicación, lo cual parece haber funcionado, pues con el paso del tiempo, se ha filtrado poco a poco en lenguaje común.

Sarah Jarvis, médica británica, explica que para padecer TAE el paciente debe haber sufrido depresión durante dos años consecutivos, pues son muchas las personas que acuden a consulta citando depresión de invierno, cuando en realidad lo que tienen, según la especialista, es «tristeza de invierno».

Esta condición implica una falta de sueño, mientras que el trastorno afectivo estacional ocasiona que las personas estén siempre cansadas y permanezcan más tiempo en la cama.

Jarvis estima que entre el 3 y 5 por ciento de la población del Reino Unido sufre de este trastorno, mientras que una de cada ocho personas (cerca del 12,5 por ciento) experimenta «tristeza de invierno». También sugiere que el 6 por ciento de las personas en Estados Unidos padece la forma más aguda del TAE, y que otro 14 por ciento posee nostalgia de invierno.

Un estudio demostró que la variante más severa afectó al 1,5 por ciento de la población perteneciente al sur de Florida, EU, con un promedio de siete horas de sol al día, incluso en invierno, alcanzando un 10 por ciento en el norte del estado de New Hampshire, en donde sólo hay cuatro horas diarias de sol durante noviembre y diciembre.

Rosenthal recomienda el uso de luz eléctrica, entre otros métodos, para compensar los efectos del trastorno.

La terapia de luz es algo que se practicaba desde la antigüedad. El médico griego Hipócrates atribuía que exponerse al sol brindaba propiedades curativas. No fue sino hasta finales de 1800 que la helioterapia o fototerapia se volvió popular.

Rosenthal afirma que los médicos no hacen las preguntas correctas a los pacientes para poder diferenciar cuál es la condición que sufren, como por ejemplo, si los síntomas que describen son de temporada o los sienten todo el año.

A pesar de lo anterior, no todos los científicos consideran que el TAE sea un padecimiento distinto a la nostalgia de invierno. En 2008, el psiquiatra noruego Vidje Hansen, catedrático de psiquiatría de la Universidad de Tromso se planteo algunas interrogantes.

«Si va a encontrar personas con TAE, sería aquí en Noruega, donde no tenemos sol durante dos meses del año«, expresó el experto.

Según datos obtenidos en uno de sus experimentos, no hubo correlación entre la depresión y la cantidad de luz después de un análisis realizado a 8.000 personas en la ciudad noruega de Tromso.

No obstante, la postura de Hansen no es compartida en toda la península escandinava, en donde casi no hay luz del sol en invierno. Esto se demuestra en la ciudad sueca de Umea, donde una empresa de energía colocó lámparas de fototerapia en las paradas de autobuses, con el fin de ayudar a los residentes a enfrentar la oscuridad del invierno. Asimismo, la ciudad noruega de Rjukan, que está rodeada de montañas, ha erigido espejos gigantes para redirigir la luz solar hacia la plaza principal.

Así que después de esta breve semblanza, no olviden que no siempre la depresión navideña es sinónimo de enfermedad psiquiátrica, ya que quizás sólo es nostalgia de invierno, problema que normalmente desaparece al terminar la temporada; pero si no ocurre así, la persona debe sospechar que padece depresión y requiere atención médica.

 

Vía: BBC