contaminacionUn nuevo estudio reveló más evidencias que vinculan la contaminación atmosférica con un mayor riesgo de desarrollar presión arterial alta (o hipertensión) peligrosa, así que mejor evítala a toda costa ahora que estamos en contingencia recurrente.

Los hallazgos se obtuvieron de una revisión de 17 estudios, llevados a cabo en varios países del mundo. Cada uno evaluó un posible vínculo entre la presión atmosférica y el aire sucio relacionado con contaminantes comunes, como el humo del tubo de escape de los vehículos, la quema de carbón, y la tierra o el polvo transportados por el aire.

«Nuestros resultados demostraron que los contaminantes atmosféricos tenían efectos tanto a corto como a largo plazo sobre los riesgos [de hipertensión]», destacó Tao Liu, autor del estudio y director de la división de salud ambiental del Instituto Provincial de Salud Pública Guangdong en Guangzhou, China.

Indicó que a corto plazo, unos cuantos días de contaminación atmosférica más elevada podrían propiciar más visitas a las unidades de emergencia de los hospitales, pues dan lugar a aumentos temporales en la presión arterial. A largo plazo, quienes viven con niveles constantemente altos de aire contaminado podrían desarrollar una hipertensión crónica.

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La hipertensión es un factor de riesgo clave de accidente cerebrovascular y de enfermedad cardiaca, principal causa de muerte en todo el mundo. La hipertensión misma se asocia con cerca del 17 por ciento de los fallecimientos globales, subrayaron los autores.

«Es urgente tomar más medidas para proteger nuestro medioambiente y limpiar la calidad del aire», enfatizó Liu.

Por ahora, las personas (principalmente las que sufren de hipertensión) deben «enfocarse mucho en la calidad del aire todos los días, e intentar evitar las actividades en exteriores o usar máscaras con filtros cuando la calidad del aire sea mala», recomendó Liu.

Las causas de la hipertensión (o presión arterial elevada) incluyen los genes, los hábitos de estilo de vida, la dieta y los factores ambientales, que seguramente incluyen a la contaminación del aire. Hasta ahora, las evidencias que vinculaban la contaminación del aire con la hipertensión habían sido controversiales, comentó Liu.

En el proyecto participaron unas 328,000 personas en total, de las cuales alrededor de 108,000 tenían hipertensión, y descubrió que la exposición a corto plazo a contaminantes como el dióxido de azufre y ciertos tipos de materia particulada aumentaban el riesgo de hipertensión. Asimismo, la exposición a largo plazo al óxido de nitrógeno y a la materia particulada se vinculó con un riesgo más alto, encontró la revisión.

Es importante resaltar que los resultados no establecieron una relación causal entre dichos elementos y la presión arterial elevada. Además, aunque pareció que el ozono y el monóxido de carbono se asociaban con la hipertensión, tales vínculos no alcanzaron la «significación estadística», refirieron los investigadores.

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Por su parte Gregg Fonarow, profesor de cardiología de la Universidad de California, en Los Ángeles y ajeno al estudio, estuvo de acuerdo con Liu en que los resultados hacen hincapié en la necesidad de un aire más limpio.

«Estos hallazgos sugieren que las estrategias para reducir de forma efectiva la exposición a la contaminación atmosférica podrían tener beneficios cardiovasculares», mencionó.

Fonarow reiteró las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association), que en general aconsejan evitar las actividades y/o el ejercicio al aire libre cuando los niveles de contaminación son altos.

En interiores, Liu recomienda usar purificadores del aire.

Los resultados fueron publicados en la revista Hypertension.

 

Vía: Health Library