Si te gusta tomar siestas por la tarde, tus genes podrían explicar tu amor por las siestas diurnas, así lo revelaron investigadores mediante un estudio publicado en la revista Nature Communications.

Para el trabajo, los autores analizaron datos del Biobanco del Reino Unido, que contiene información genética de casi 453,000 personas a las que se les preguntó con qué frecuencia tomaban siestas durante el día.

La investigación de asociación de todo el genoma identificó 123 regiones en el genoma humano que están vinculadas con las siestas diurnas. Se sabe que muchos genes cercanos o ubicados en esas regiones desempeñan un papel en el sueño.

Un subconjunto de participantes utilizó monitores de actividad que registraron datos sobre la inactividad diurna, lo que puede fungir como un indicador de la siesta. Estos datos mostraron que la información autoinformada por los participantes sobre sus siestas fue precisa, dijeron los investigadores.

«Lo anterior brindó una capa adicional de confianza, reafirmando que lo que encontramos es real y no un artefacto», destacó Hassan Saeed Dashti, del Centro de Medicina Genómica del Hospital General de Massachusetts, en Boston, y coautor principal del estudio.

Los investigadores también replicaron sus resultados en un análisis de datos genéticos de más de 541,000 personas, que fueron recopilados por una empresa de pruebas genéticas para consumidores.

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Los hallazgos revelaron «que las siestas diurnas están impulsadas biológicamente, y no son solo una opción ambiental o de comportamiento», apuntó Dashti.

Muchas variantes genéticas relacionadas con la siesta están asociadas con la señalización de un neuropéptido llamado orexina, que desempeña un papel en la vigilia, comentó Iyas Daghlas, coautor principal del estudio y estudiante en la Facultad de Medicina de la Universidad deHarvard.

«Se sabe que esta vía está involucrada en trastornos raros del sueño como la narcolepsia, pero descubrimos que las perturbaciones más pequeñas en la vía pueden explicar por qué algunas personas duermen más siestas que otras», detalló Daghlas.

Algunas de esas variantes genéticas también poseen una conexión con factores de riesgo para la salud del corazón, como una circunferencia de cintura grande y presión arterial elevada. Pero se requiere más investigación que explique tales vínculos, mencionó el informe.

Los autores también identificaron al menos tres posibles factores asociados con las siestas diurnas: algunas personas necesitan dormir más que otras; las personas que se despiertan temprano a veces necesitan recuperar el sueño con una siesta; y las siestas diurnas pueden compensar la mala calidad del sueño de la noche anterior.

Según la coautora principal Marta Garaulet, del departamento de fisiología de la Universidad de Murcia, en España, «el trabajo futuro ayudaría a desarrollar recomendaciones personalizadas para la siesta».

 

Vía: Health Day News