Este nuevo corazón artificial mezcla materiales sintéticos y biológicos, así como software y sensores para determinar el nivel de esfuerzo del paciente. Si este dispositivo- denominado “Bioprótesis” y fabricado por la empresa francesa Carmat- demuestra ser seguro y efectivo, podría ser usado en personas que esperan un trasplante de corazón.

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El corazón será probado en pacientes con insuficiencia cardiaca de cuatro centros de cirugía especializada en cardiología de Medio Oriente y Europa. En la actualidad, solamente existe un corazón completamente artificial, elaborado por SynCardia. En Canadá, Estados Unidos y Europa poseen la aprobación regulatoria paran su utilización en personas.

Para conseguir este modelo final del corazón artificial, Carmat necesitó 15 años. En Francia, país donde tiene sede la compañía, las autoridades pidieron más ensayos en modelos animales para garantizar la no toxicidad y la seguridad del implante.

La sustitución del corazón humano por una prótesis

Los intentos de reemplazar totalmente el corazón humano por una prótesis empezaron hace décadas. Este es un gran desafío, ya que el dispositivo debe soportar las complicadas condiciones del sistema circulatorio y bombear 35 millones de veces al año, como lo realiza el corazón real. Además, debe superar otros problemas, como un derrame cerebral generado por coágulos de sangre en los implantes artificiales.

Cerca de 5,7 millones de personas en Estados Unidos padecen de insuficiencia cardiaca, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. En estas personas, su bombeo del corazón es tan frágil, que no puede proporcionar el oxígeno y nutrientes que el organismo requiere. “La idea era desarrollar un corazón artificial en el que los elementos móviles que estén en contacto con la sangre estén hechos de tejido más adecuado para el entorno biológico», sostuvo Piet Jansen, director médico de Carmat.

La implementación de este implante podría significar que los pacientes sean menos dependientes de los fármacos anti-coagulación. Carmat usa válvulas fabricadas de tejido de corazón de vaca y sensores para determinar el incremento de la presión dentro del dispositivo. Estos datos se envían a un sistema de control interno, que se adapta a la velocidad del flujo sanguíneo por un aumento de la demanda. Por ejemplo, esto ocurre cuando una persona realiza actividad física.

El nuevo sistema artificial fue desarrollado gracias a la contribución de Aeroespacial Europea y Sistemas de Defensa y Alain Carpentier, cirujano precursor en la reparación de la válvula cardiaca.