Si eres mayor y te duelen las piernas, quizás no signifique nada, pero también podría ser un signo de enfermedad arterial periférica (EAP).

Si esta es la primera vez que oyes hablar sobre esta condición, la Sociedad de Cirugía Vascular te brinda información importante sobre cómo detectarla.

«A medida que envejecemos, somos susceptibles a algunos dolores y molestias, posiblemente una tensión en la espalda baja después de estar de pie durante largos períodos de tiempo o un dolor en las piernas después de un entrenamiento desafiante, pero si el dolor inexplicable persiste, es importante acudir con un médico. Por supuesto, no todos los dolores indican un problema grave, pero cierto dolor en las piernas y otros síntomas en las extremidades inferiores podrían ser un signo de EAP«, «, destacó Alan Dietzek, cirujano en Danbury, Connecticut.

La enfermedad arterial periférica (o de las arterias periféricas) ocurre cuando se acumula placa en las arterias de las piernas. Esto sucede gradualmente. Si la persona deja que progrese, puede limitar o bloquear el flujo sanguíneo en tales arterias.

Tan solo en Estados Unidos, la enfermedad afecta a unos 10 millones de personas. Los riesgos para desarrollarla incluyen tabaquismo, presión arterial alta, colesterol alto, diabetes, insuficiencia renal y obesidad.

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Los pacientes mayores y en riesgo pueden someterse a una ecografía y a un examen de la presión arterial de la pierna para ayudar a determinar si tienen EAP y qué tan grave es.

Los síntomas pueden incluir dolor en las piernas al caminar o trepar, entumecimiento, calambres, debilidad y heridas en los pies que no cicatrizan. Puedes comenzar con dificultad para caminar, lo que a su vez puede progresar a infecciones, úlceras dolorosas en los pies, gangrena y amputación.

Si desarrollas EAP, tu médico puede recomendarte dejar de fumar, perder peso y hacer ejercicio, como caminar 30 minutos al día. Los pacientes que tienen diabetes y EAP deben controlar sus niveles de azúcar en sangre. A ciertos pacientes se les recetará medicación para mejorar el flujo sanguíneo.

En ocasiones, los médicos recomiendan una cirugía para restaurar el flujo sanguíneo hacia las piernas o los pies. Los pacientes que no reciben tratamiento o que no siguen los consejos de su médico tienen una mayor probabilidad de que la EAP progrese a isquemia; esto significa que el flujo sanguíneo hacia la extremidad está tan restringido que podrían perder tal extremidad.

«Es fundamental recibir un diagnóstico y tratamiento lo antes posible», subrayó Dietzek. «Aunque la EAP puede ser grave y poner en peligro las extremidades, la buena noticia es que es una enfermedad de evolución lenta, y muchos pacientes pueden mantener a raya los peores efectos simplemente cambiando su estilo de vida».

 

Fuente: Health Day News