De acuerdo con el científico adscrito al Departamento de Farmacología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), el que niños, o incluso bebés, consuman refresco, puede alterarles su apreciación del sabor dulce y hacer que los pequeños se vuelvan adictos a los dulces y a esas bebidas.

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Además, explicó que el gas al tener una sensación muy especial, contrasta con el sabor del agua natural provocando que los niños puedan llegar a prescindir de esta última, dado que una vez que pasa el efecto estimulante del refresco y el cuerpo ha utilizado la dosis de sacarosa y glucosa, la baja de energía puede provocar la necesidad de consumir otra soda.

“El consumo excesivo de refresco afecta más a un niño que a un adulto ya que si tomamos la dosis por kilogramo de peso, a los niños les tocaría una dosis más alta”, alertó.

Hoyo Vadillo ganador del Premio Canifarma 2012 indicó que el consumo excesivo de refresco puede provocar una resistencia a la insulina debido a la alta dosis de azúcar, y generar el desarrollo de enfermedades como la obesidad y la diabetes.

Un reciente estudio publicado en la revista Public Health Nutritionreveló que el consumo en exceso de refrescos aumenta la adiposidad y el tamaño de la cintura en niños de 5 a 12 años, situación preocupante si se toma en cuenta que la población general consume 140 litros de refresco al año y una parte proporcional lo representan los niños.

Agregó que se habla de un consumo excesivo de refresco cuando se rebasa los 330 mililitros al día, de ahí que se recomiende consumir uno a la semana o de ser posible no ingerirlos, pues cada refresco no light equivale a 138 kilocalorías.

“Un refresco de cola de 600 ml. lleva 63 gramos de azúcar. Una cucharada de azúcar lleva 6 gramos (24 calorías), por lo tanto, 63 gramos equivale a 10 cucharadas o 12 cucharas de azúcar de 5.24 gramos cada una”.

En un reporte reciente dado a conocer en abril pasado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en seis de cada 10 hogares mexicanos se consumen refrescos, el tercer producto de mayor gasto, solo por debajo de las tortillas de maíz y la leche pasteurizada.

El elevado consumo de calorías combinado con poco ejercicio o poca actividad física, puede ser factor de riesgo para desarrollar diabetes, además de ocasionar alteraciones en el volumen gástrico porque el gas se expande, precisó el experto.

A nivel mundial, México ocupa la tercera posición en el consumo de refrescos, con alrededor de 119 litros per cápita, sólo detrás de Argentina y Chile, de acuerdo con un estudio de la consultora Euromonitor.

Ante este panorama, el investigador del Cinvestav concluyó que es importante educar a los niños al respecto para evitar lo más posible el consumo de refrescos y que los adultos prediquen con el ejemplo.

“Otro aspecto fundamental sería quitar las máquinas y los expendios de refrescos en las escuelas y fomentar el consumo de agua natural, tal vez enfriándola o agregándole hielos”.