Como principales cuidadores y educadores que son, los padres de familia buscan -además de cuidar la salud integral de sus hijos- dotar a sus pequeños de las mejores herramientas que les permitan afrontar la vida cuando crezcan.

Si bien estas herramientas incluyen una sana alimentación, una sólida educación y brindarles un hogar estable, también se incluyen aspectos referentes a su salud mental y emocional.

La resilencia es una palabra muy poco utilizada, pero que muchas personas desean que esté presente en sus hijos. Se conoce como resilencia a la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas, como la muerte de un ser querido o un accidente, por ejemplo.

En pocas palabras, una persona resilente es emocionalmente fuerte y capaz de afrontar los golpes que da la vida de la mejor manera.

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Muchos padres de familia desean hijos resilientes, emocionalmente fuertes, que sean capaces de superar los altibajos que tendrá a lo largo de su existencia. Pero, ¿cómo se logra esto?

Dar el ejemplo

Especialistas coinciden en que si los padres son emocionalmente fuertes, es muy probable que sus hijos aprendan de ellos.

La resiliencia de los padres funciona como un patrón para que el niño pueda identificar cómo enfrentar los desafíos, cómo comprender sus propias emociones”, aseguró el doctor Dan Siegel, médico y profesor clínico de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos.

De acuerdo con el experto, el enojo, las lágrimas y otros arrebatos emocionales son parte natural del desarrollo de cualquier niño. Por lo que los padres no deben reprimirlos en sus hijos, al contrario, deben dejar que los sientan y explicarles por qué surgen.

Los padres que no evaden el poder de las emociones, como el enojo, tienen una mayor capacidad para asimilar las interacciones desafiantes con sus hijos, expuso Siegel.

Consejos

Para lograr que los hijos aprendan a aceptar sus emociones y, posteriormente, a ser emocionalmente fuertes, los especialistas recomiendan a los padres llevar a cabo algunos consejos, como:

1. Respirar profundo antes de ejercer cualquier acción, incluso ante el escenario de un niño gritando, por ejemplo. Los padres deben mostrar inteligencia emocional.

2. Explicar a los hijos que las emociones (incluso aquellas que se consideran ‘negativas’, como la tristeza o el enojo) no son un problema que debe resolverse, sino una consecuencia natural de las personas.

3. Antes de emitir un regaño o una sanción, ser curiosos y preguntarnos ‘por qué’ nuestros hijos llevan a cabo ciertas acciones o se expresan de determinada manera. Esto nos ayudará a actuar con compasión y amabilidad.

 

Vía: The New York Times