clikisalud_salud_mental.2A lo largo de la historia se ha interpretado la salud mental desde perspectivas estadísticas o normativas, además de la perspectiva bipolar que considera salud como ausencia de enfermedad. Para complicar más el panorama, algunos autores siguen usando el concepto de salud mental para exponer descripciones de patologías mentales.

Este concepto de salud mental no se apoya en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) ni en la International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems (ICD), pues la bipolaridad sano-enfermo no explica toda la problemática compleja que el sistema productivo de una sociedad suscita en el campo del bienestar humano en general.

 

Consideraciones sobre la concepción de la salud mental

El criterio estadístico parte de la aceptación de la existencia de distintos criterios sobre salud mental. Desde la concepción estadística de la salud, serían “normales” todas las personas que respondan a características determinadas que reúne la mayoría de la gente de su sociedad. Quedarían fuera de la definición los individuos que por una causa u otra escapan a tales características.

Con el criterio estadístico se da por hecho que estar adaptado a la sociedad implica conformarse con las pautas de dicha sociedad, pero en ningún momento se garantiza un ordenamiento social determinado que funcione de forma no perjudicial para la salud psíquica de los individuos.

Para validar el criterio estadístico, es fundamental plantearse para quién es útil la adaptación-conformismo de una población determinada desde el momento en que una sociedad está dividida en clases diferentes, con intereses diferentes, y una de ellas es hegemónica. Desde el momento en que las ideas de una sociedad son las ideas de su clase dominante, se supone que los propios conceptos de salud y enfermedad mental están teñidos de los intereses de una clase determinada.

En cuanto al criterio normativo de la salud mental, generalmente se establecen determinados valores o reglas que indicarían qué es lo normal; fuera de los valores propuestos se encuentra lo anormal o patológico o fenómenos no aceptados. Generalmente, los criterios normativos que no están de acuerdo con el conformismo o adaptación de las personas, proponen lo que el hombre debería ser en lugar de lo que realmente puede ser. La clásica definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que concibe a la salud como el “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de la enfermedad”, es más una expresión de deseo que una posibilidad.

En un informe de la OMS se retoma el tema de la posible conceptualización de la salud mental positiva fuera de la perspectiva estadística. En este documento se intenta construir una teoría unificada de salud que incluya tanto al individuo como al ambiente, revisando también las conceptualizaciones más significativas que se intentaron a lo largo de los años con respecto a la salud mental positiva. Asimismo, señala que la salud mental puede ser considerada como un recurso individual que contribuye a la calidad de vida del individuo y que puede ser aumentada o disminuida por las acciones de la sociedad.

 

Salud mental y transformación de la realidad social

En el esquema bipolar salud-enfermedad es difícil ubicar a millones de personas que viven cotidianamente conformes con las estructuras sociales vigentes y, a la vez, frustradas en el desarrollo de sus actividades y sus proyectos de vida.

Esto nos lleva al concepto de alienación, que es cuando las personas se convierten en mercancía y están sometidas a las leyes del mercado. En esta situación el individuo ya no es creador de la manera en que él quisiera serlo, sino como lo espera de él; el comprador, no solamente el producto de esta actividad se convierte en mercancía, sino también la actividad misma.

La ubicación del individuo en la estructura productiva de la sociedad es una fuente objetiva del desarrollo de la salud mental, desde el momento en que los desposeídos de los medios de producción son los que deben generar y desarrollar un proyecto de cambio de sus condiciones de vida. Pero no hay que negar el papel liberador de una conciencia social crítica y la tendencia a una práctica transformadora, en personas que aparentemente se benefician con el poder pero que, de cualquier modo, no reproducen esquemas mentales enajenantes para sus propias vidas.

Tomando en cuenta las consideraciones mencionadas anteriormente sobre el concepto de salud mental, podríamos concluir que ésta no es enfermedad mental y no significa ausencia de síntomas o cuadros psicopatológicos. Por consiguiente, el concepto esbozado de salud mental deberá manifestarse, no con negaciones o ausencias, sino con determinados indicadores positivos que lo reflejen. Dichos indicadores implican:

Grupalidad: Involucra una mayor participación de la persona en las decisiones de grupo, con una producción de beneficios que trascienda los propios intereses del sujeto.

Uso del tiempo libre: Tomar tiempo de descanso, tiempo de diversión necesaria, tiempo del desarrollo personal y de la creatividad, para interactuar con los demás y generalizar los beneficios resultantes de dichas actividades.

Creatividad: Que exista un predominio del pensamiento divergente, las actividades simbólicas abstractas y la interacción social en la realización de esas actividades.

Conciencia social: Obtener respuestas de tipo crítico referentes a problemáticas individuales, grupales y sociales en general.

 

Vía: Académica