Si tu pequeño alcanza la edad suficiente para tener dientes, significa que también es lo suficientemente mayor para tener problemas dentales. Para los bebés y niños pequeños, la mayor amenaza para la salud dental son las caries de biberón. Por ello, aquí te mencionamos lo que necesitas saber sobre este problema común, pero en su mayoría prevenible.

¿Qué son las caries de biberón?

La leche, el jugo de fruta, la fórmula: casi todo lo que beben los niños pequeños contiene azúcar. Cuando un niño toma una taza de estos líquidos, el azúcar pasa por los dientes muy rápidamente y hace poco daño. Pero cuando un niño succiona lentamente un biberón, el azúcar permanece en la boca. Las bacterias descomponen el azúcar y lo convierten en ácido. Con el tiempo, el ácido puede comenzar a corroer el esmalte de los dientes del niño, siendo los dientes frontales superiores los que se ven afectados con mayor frecuencia. A esto se le conoce como caries de biberón.

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No es algo que deba tomarse a la ligera. Los casos graves pueden destruir los dientes, lo que dificulta que un niño mastique o incluso hable con claridad. En el futuro, también podría derivar en visitas constantes al dentista o en años de frenillos. Según la Asociación Dental Estadounidense, los niños que pierden los dientes de leche demasiado pronto tienen más probabilidades de crecer con dientes permanentes apiñados o torcidos.

¿Cómo puedes prevenir las caries de biberón?

La mejor manera de prevenir estas caries es limitar el tiempo de tu hijo con el biberón, especialmente a la hora de acostarse. Dale un biberón a la hora de comer, pero no dejes que lo chupe durante el día. Si la acción de succionar tranquiliza a tu hijo, dale un chupón. Y lo más importante, no lo acuestes con un biberón (a menos que solo contenga agua). Tomar una botella de jugo o leche durante toda la noche es la forma ideal para que comiencen las caries.

Asimismo, incluso antes de que tu hijo tenga dientes, limpia suavemente sus encías con un paño húmedo después de cada comida. Cepilla los dientes de tus hijos mayores dos veces al día con un cepillo de dientes suave y húmedo (y una cantidad de pasta dental del tamaño de un guisante para los niños mayores de 2 años), pero no le des pasta dental con flúor a un bebé o niño pequeño a menos que un médico lo recomiende. (El exceso de fluoruro puede provocar una afección conocida como fluorosis, que en realidad es perjudicial para los dientes).

 

Vía: Health Day News