La violencia nunca puede ser aceptada como un recurso válido para educar a los niños. Esto incluye castigos en apariencia comunes, como los famosos azotes, o también conocidos como nalgadas.

Recurrir a este tipo de castigos para ‘enseñarles una lección’ a los niños es una acción que trae consigo consecuencias negativas a futuro, coinciden especialistas. Un reciente estudio encontró que los pequeños que recibieron azotes frecuentemente durante su niñez son más propensos a golpear a su pareja sentimental cuando son adultos.

La violencia sólo genera más violencia, destacaron los investigadores. “Es lógico que si un niño aprende que el castigo físico es una forma de resolver un conflicto, podría llevar eso a los conflictos con las parejas románticas en el futuro”, indicó Jeff Temple, autor principal del estudio y profesor en la Rama Médica de la Universidad de Texas, en Estados Unidos.

Los niños que son castigados con azotes tienen hasta un 29% más probabilidades de llevar a cabo violencia de pareja, destacaron los hallazgos que fueron publicados en la revista especializada The Journal of Pediatrics.

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Aunque los padres quizá piensen que esta forma de castigo físico es una buena lección, investigaciones sustanciales indican que hace mucho más mal que bien. El estudio actual amplía este conocimiento al mostrar que recibir castigos físicos en la niñez se vincula con perpetrar violencia de pareja en la adolescencia y la adultez temprana”, expuso Temple.

El experto explicó que “el sentido común y la investigación científica nos dicen que los niños aprenden de sus padres. Los padres son la primera observación del niño de las relaciones y la forma de manejar el conflicto. El castigo corporal comunica al niño que la violencia es un medio aceptable de cambiar una conducta”.

De acuerdo con el estudio, se calcula que aproximadamente un 80% de los niños de todo el mundo reciben alguna clase de castigos físicos, entre los que destacan los azotes. Asimismo, puntualiza que investigaciones anteriores han encontrado asociaciones entre el castigo corporal y problemas como la agresividad infantil y trastornos de la salud mental.

 

Vía: Health Library