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Desde el sismo registrado el pasado 7 de septiembre y, el más reciente ocurrido este martes 19, diversos estados del país se encuentran en una situación vulnerable, y querer ayudar es un sentimiento que compartimos todos los mexicanos.

Este sentimiento de solidaridad tiene una respuesta biológica, afirma un especialista.

Tras experimentar un desastre como los sismos, es común sentir miedo, ansiedad, angustia, estrés y tristeza. Y es aquí donde tenemos la necesidad de sentirnos acompañados y de acompañar al otro, indicó el doctor Eduardo Calixto, investigador del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM).

Desde el punto de vista neuroquímico, ante una situación como esta, las denominadas neuronas ‘espejo’ contribuyen a que entendamos el dolor de otras personas, queriendo tranquilizarlos y hacer que se sientan comprendidos, apuntó el especialista.

“En la medida en que empezamos a sentirnos estresados, este estrés nos genera ansiedad, depresión y tristeza. La única manera de liberarnos -y que es algo hermoso en contraparte de esta terrible tragedia- es que nos sentimos capaces de ayudar”, describió el experto.

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De acuerdo con el doctor Calixto, en crisis como los sismos, cuando más solos nos sentimos y más agraviados estamos, buscamos a otras personas que nos puedan ayudar y esto genera, a su vez, un principio de protección de la especie.

Esta situación biológica nos condiciona a ayudarnos”, explicó. Esta sensación es la que se encuentra presente en estos momentos en la capital del país, ya que el 95% de la población sintió el temblor, añadió.

Para ayudar a los niños a comprender este tipo de situaciones, el especialista recomendó:

-Explicarles abiertamente lo que sucede, que estamos frente a una situación con problemas y que eso implica ser solidarios.

-“Enseñarles a abrazar. Es importante que abracemos al niño para que, con ello, su cerebro pueda disminuir la angustia, la ansiedad y el miedo”, destacó.

En el caso de los adultos, puntualizó, se recomienda hablar tantas veces como sea necesario de la situación, al tiempo de mantenerse informados, ya que el desconocimiento y la desinformación no hacen más que aterrar a las personas.

“Saber qué está pasando, aún en la crisis más fuerte, disminuye la tensión. Entre menos sepamos, la vulnerabilidad del humano se aprecia más”, concluyó.

 

Vía: El Financiero