Siempre que escuchamos la recomendación de aumentar el consumo de fibra a través de la dieta, pensamos en alimentos integrales, ¿no es así? Aunque te cueste creerlo, no son lo mismo, según especialistas en nutrición.

Los productos integrales pueden estar elaborados con harina refinada, sin el salvado ni el germen, y tener añadida alguna fuente de fibra vegetal. Esto no es del todo saludable, pues igualar los niveles de fibra no compensa la pérdida del resto de los nutrientes. Lo mismo ocurre con los alimentos procesados que utilizan el término “rico en fibra” o “integral”, los cuales aportan grandes cantidades de grasas y azúcar.

Funciones de la fibra

La fibra alimentaria agrupa diversos componentes que nuestro sistema digestivo no digiere totalmente. Sus beneficios derivan de los efectos de fermentación en el intestino grueso y las sustancias generadas durante este proceso. Algunos de ellos son:

1. Aumento en la sensación de saciedad.
2. Absorción de sustancias tóxicas que se eliminan por las heces.
3. Capacidad para regular la flora intestinal.
4. Disminución en el ritmo de absorción de azúcares y grasas.
5. Prevención de la obesidad y otras enfermedades crónicas.

Recomendaciones

Para elegir correctamente un producto con fibra debes asegurarte de que el principal componente es la harina integral. Es importante que no te dejes llevar, únicamente, por el término “rico en fibra”. ¿Qué debes hacer? Lo ideal es prestar atención a la información nutricional. Acostúmbrate a leer en todo momento las etiquetas de los productos y, de ser posible, evita aquellos con alto contenido en grasas dañinas y azúcares.

 

Vía: EFE Salud