medicina_filosofia.2El pensamiento médico y ejercer la medicina implican una gran cantidad de problemas filosóficos, que van desde la caracterización de la medicina hasta los problemas epistemológicos, lógicos y éticos.

Tras cuatro siglos de desarrollo científico, y dos siglos de medicina basada en la investigación científica, pareciera que esta disciplina ha avanzado lo suficiente. Hoy en día, contamos con mucha información sobre los diferentes agentes etiológicos y sobre las más novedosas herramientas diagnósticas y terapéuticas.

Cada año, la investigación biomédica produce miles de artículos, calculándose en más de once millones los publicados hasta la actualidad.

Desde hace décadas, el paradigma de la investigación biomédica ha enfatizado el desarrollo de un cuidadoso balance entre la investigación básica y la investigación clínica. Sin embargo, estudios recientes muestran que actualmente dicho balance ya no se mantiene. En ese dilema, los médicos-científicos están desapareciendo como investigadores principales; muchos de los puestos académicos en los institutos de investigación así como en las universidades, que antes eran ocupados en su mayoría por investigadores clínicos con experiencia asistencial, están siendo tomados paulatinamente por investigadores básicos, en su mayoría no-médicos. Lo anterior demuestra que la investigación biomédica se halla en crisis.

La medicina plantea problemas filosóficos, desde los relacionados con las políticas científicas hasta los relacionados con el análisis ontológico, lógico y metodológico. En ese sentido, es importante abordar filosóficamente los problemas de la medicina actual, como el mencionado anteriormente.

Uno más de estos problemas corresponde a la medicina basada en evidencias (MBE), que se ha convertido en el nuevo paradigma de la medicina mundial. Quienes la impulsan señalan que: “es una nueva propuesta de enseñanza y práctica de la medicina […] Una propuesta novedosa que plantea una saludable subversión en la medicina».

El principal valor de la MBE es el de ser básicamente una herramienta técnica, que trata de cuantificar y calificar cuál dato o cuál estudio tiene menor error y, por tanto, mayor validez, cuyo fin es aclarar la mejor forma de usar y aplicar “la evidencia”. Pero solo significa eso, pues darle más importancia daría lugar a una medicina desarticulada.

Otro inconveniente a mencionar recae en la organización y sistematización de la medicina, pues parte de ella radica en la conceptualización de la medicina misma. La medicina es la ciencia dedicada al estudio de la vida, de la salud, las enfermedades y la muerte del ser humano, e implica el arte de ejercer tal conocimiento para el mantenimiento y recuperación de la salud. Sin embargo, en esencia, su primordial función es tratar de salvar vidas y no la de encontrar regularidades o leyes científicas.

Otro gran problema involucra el concepto de enfermedad. Si bien es cierto que el médico puede caracterizar con precisión y diagnosticar con certidumbre razonable algunos o muchos problemas médicos, también es cierto que la medicina aún no posee un concepto general, claro y adecuado de lo que es enfermedad. Existen criterios y herramientas diagnósticas, así como principios fisiopatológicos que ayudan a identificar un proceso patológico que consideramos anormal; pero no existe un modelo teórico; a lo sumo existen discusiones literarias sobre la calidad valorativa, “difusa” o naturalista del concepto enfermedad. Las definiciones de enfermedad elaboradas utilizando lógicas estrictas y no solo prosa literaria son pocas.

Además, la evidencia disponible muestra que la actitud de los médicos hacia los protocolos y lineamientos clínicos no es la esperada. Muchos individuos confían más en el conocimiento adquirido de una autoridad externa; otros en cambio, confían más en su propio juicio y otros en el producto de la interacción entre la autoridad y su contexto.

Todo esto ha llevado a que en las últimas décadas, la medicina no convencional o alternativa esté creciendo exponencialmente. Tan solo en Estados Unidos, se estima que el número de visitas a los “consultorios” de medicina alternativa alcanza los 425 millones, cifra que supera ampliamente el número de visitas a los consultorios médicos convencionales (388 millones).

Lo que alegra y alienta a muchos seguidores de la medicina alternativa no es solo el número creciente de estudios publicados, sino sus resultados. Por ejemplo, un meta-análisis reciente ha mostrado mayor eficacia terapéutica “estadísticamente significativa” de algunos tratamientos homeopáticos en comparación con el placebo. A pesar de ello, la calidad de los estudios muestra deficiencias; en el caso de la medicina herbal la cantidad y calidad de estudios aleatorios placebo controlados es mínima y no concluyente. ¿Por qué se debe aceptar, entonces, la validez de estas terapias?

Toda esta información muestra que la filosofía no le es extraña ni a la práctica médica ni a la medicina como teoría. Ante ello, la filosofía ofrece a la medicina una visión crítica pero a la vez estimulante y constructiva, sin resumirse solo al campo de lo ético, lo axiológico o lo histórico, por lo que debe ser intrínseca a la práctica médica en todos los niveles.

 

Vía: Académica