Cada año, millones de personas reciben transfusiones de sangre que les salvan la vida. Durante una transfusión, las personas reciben sangre completa o partes de sangre como:
- Glóbulos rojos: células que transportan oxígeno hacia y desde los tejidos y órganos.
- Plaquetas: células que forman coágulos para controlar el sangrado.
- Plasma: la parte líquida de la sangre que ayuda a la coagulación. Es posible que lo necesites si has sufrido quemaduras graves, tienes insuficiencia hepática o una infección grave.
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La mayoría de las transfusiones de sangre se realizan sin problemas. Algunos agentes infecciosos, como el VIH, pueden sobrevivir en la sangre e infectar a la persona que recibe la transfusión. Para mantener la sangre segura, los bancos de sangre analizan cuidadosamente la sangre donada. El riesgo de contraer un virus a través de una transfusión de sangre es bajo.
En ocasiones, es posible recibir una transfusión de tu propia sangre. Durante la cirugía, es posible que requieras una transfusión sanguínea debido a la pérdida de sangre. Si te van a realizar una cirugía que puedes programar con meses de anticipación, tu médico puede preguntarte si te gustaría utilizar tu propia sangre, en lugar de sangre donada. Si es así, será necesario que te extraigan sangre una o más veces antes de la operación. Un banco de sangre almacenará tu sangre para su uso.