La difteria es una infección bacteriana grave, la cual puede adquirirse a través una persona que posee la infección y tose o estornuda. Asimismo, puedes infectarte al entrar en contacto con un objeto, como un juguete, que tenga las bacterias causantes de la afección.

La difteria suele afectar a la nariz y la garganta. Los síntomas característicos incluyen los siguientes:

  1. Dolor de garganta
  2. Glándulas inflamadas en el cuello
  3. Fiebre
  4. Debilidad

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Tu médico te diagnosticará según tus signos y síntomas y mediante una prueba de laboratorio. Recibir tratamiento para la difteria lo más pronto posible resulta clave para su control. Si tu médico sospecha que la tienes, comenzará el tratamiento antes de que lleguen los resultados de las pruebas de laboratorio. Dicho régimen de tratamiento es a través del uso de antibióticos.

La vacuna contra la difteria, la tos ferina y el tétanos puede prevenir la infección, pero la protección que brinda no dura para siempre. Los niños requieren otra dosis, o refuerzo, alrededor de los 12 años. Después, ya en la vida adulta, deben recibir un refuerzo cada 10 años. La difteria es muy rara en los países donde se administra la vacuna antes mencionada.

 

Fuente: U.S. National Library of Medicine