Los niños de todas las edades experimentan una amplia gama de emociones desconcertantes cuando sus padres se separan o se divorcian. Estas pueden incluir tristeza, ira, miedo, celos e inseguridad.

Por ello, es importante que no subestimes la capacidad de tu hijo para comprender lo que sucede a su alrededor. Tratar de salvar a tu niño sin explicarle lo que está sucediendo solo le causará más confusión.

Debido a esta pérdida que experimentan los niños por la separación, deben de lidiar con el dolor y el sufrimiento que les ocasiona. Los niños, al igual que los adultos, pueden llorar de manera inconsistente, pareciendo estar bien un día, cuando en realidad están muy molestos y deprimidos.

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Con base en lo anterior, a continuación te mencionamos algunas formas en las que los niños suelen lidiar con el dolor por la separación de sus padres:

  1. Tienen pesadillas regulares o dificultad para dormir; es posible que quieran dormir contigo.
  2. Muestran un comportamiento fuera de lo común, como rabietas.
  3. Empiezan a tener dificultades con el trabajo escolar o no quieren alejarse de la familia.
  4. Exhiben un comportamiento agresivo o retraído.
  5. Son más temerosos de lo habitual.
  6. Cubren el dolor mediante un comportamiento indiferente o frío.
  7. Desarrollan problemas de alimentación, como dejar de comer o «comer demasiado para sentirse cómodos».
  8. Tienen molestias físicas, como dolores de cabeza.
  9. Se culpan a sí mismos por la separación.
  10. Culpan al progenitor con el que pasan más tiempo.
  11. Se preocupan excesivamente, especialmente por los miembros de la familia que están molestos.
  12. Regresan a una etapa anterior de desarrollo, por ejemplo, se chupan el dedo o se orinan repetidamente en la cama.

RECUERDA: Si estás en proceso de separación o divorcio y tienes hijos, es importante que vigiles estos comportamientos y les brindes todo tu apoyo, de manera que el duelo les sea más llevadero. Si lo crees necesario, acudan con un profesional de la salud mental que pueda asesorarlos y guiarlos.

 

Fuente: Better Health Channel – Department of Health, State Government of Victoria, Australia