Incluso los niños pequeños padecen estrés. Y si es suficientemente grave, puede interferir con el sueño de tu hijo y con su salud.
Por ello, la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, menciona los siguientes signos de advertencia, a fin de poder reconocer la pérdida de sueño inducida por estrés en tus niños:
- Disminución del apetito.
- Dolor de cabeza.
- Enuresis (incontinencia urinaria).
- Malestar estomacal o dolor.
- Incapacidad para relajarse.
- Agresividad o terquedad.
- Incapacidad para controlar sus emociones.
- Falta de voluntad para participar en actividades familiares o escolares.
Recuerda que para ayudar a tus hijos a dormir mejor por la noche, debes comenzar por controlar su ansiedad. El estrés de los niños suele pasar desapercibido para los padres, pero una quinta parte de los menores de entre ocho y 17 años dicen sentirse muy estresados, lo que afecta seriamente su salud física y mental.
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El estrés crónico puede conducir a una serie de problemas, tanto psicológicos como físicos, es decir, puede afectar su salud integral, y un efecto secundario muy frecuente son los problemas de sueño. Los niños pueden tener dificultad para conciliar el sueño o quedarse dormidos, quejarse de pesadillas, pedirles a sus padres que duerman en la cama con ellos o tratar de evitar ir a la cama por completo. La ansiedad no sólo puede conducir a un sueño deficiente, sino también a la inversa: los adolescentes que duermen mal tienden a tener niveles más altos de cortisol, la hormona del estrés.
Afortunadamente, tanto la ansiedad como los problemas de sueño relacionados pueden resolverse. Los papás juegan un papel clave para ayudar a los niños a manejar el estrés. Debes asegurarte de que tus hijos sepan que pueden acercarse a ti, papá o mamá, cuando estén preocupados. Por último, siempre deben estar atentos a los signos de alerta que les mencionamos anteriormente.
