¿Sabías que experimentar demasiado estrés puede dificultar que concilies el sueño o permanezcas dormido(a) plácidamente?
Por ello, la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos señala que tu cuerpo podría estar ofreciéndote pistas de que tienes demasiado estrés en tu vida. Algunas de estas señales son:
- Tu mente continúa activa después de que tu cabeza golpea la almohada.
- Tienes tensión muscular y dolor.
- Tu corazón se acelera.
- Tienes insomnio. Si es crónico, puede aumentar tus probabilidades de desarrollar dolores de cabeza relacionados con el estrés.
Si esto te está ocurriendo, la fundación sugiere que lleves a cabo un ritual de relajación antes de irte a la cama. Los ejemplos incluyen beber un té relajante, tomar un baño tibio o practicar ejercicios de respiración o yoga.
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Recuerda que el estrés y la ansiedad son respuestas normales del organismo ante un peligro inminente o la percepción del mismo. Te ayudan a estar alerta para hacer frente a dichos peligros o amenazas y buscar soluciones.
No obstante, estas respuestas se vuelven problemáticas si son demasiado intensas o desproporcionadas, demasiado duraderas (una vez que desaparece el peligro o reto). La respuesta de activación y alerta que desencadenan —cuyo objetivo principal es movilizar recursos para la supervivencia— es incompatible con el sueño. Por tal motivo, cuando estas emociones se mantienen en el tiempo, acaban generando problemas psicofisiológicos como el insomnio u otros trastornos del sueño.
Es así como el estrés y la ansiedad se convierten en dos de los principales detonantes de los problemas de sueño, que además pueden hacer que estas afecciones, que comienzan siendo transitorias, se conviertan en crónicas.
Acude con tu médico de cabecera si estás bajo mucho estrés, a fin de determinar si es conveniente que vayas con un profesional de la salud mental y/o un especialista en sueño.