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Sólo por serlo, tu bebé ya se encuentra en alto riesgo de infección, así que lo que menos debes hacer es incrementar esa probabilidad lavando inadecuadamente sus mamilas.

Para ello, la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos recomienda lo siguiente:

  1. Coloca las botellas de la mamilas, sus tapas, chupones y todos los suministros relacionados en un fregadero limpio, lleno de agua caliente con jabón.
  2. Utiliza un cepillo de botella para lavar a fondo el interior y el exterior de las mamilas. Después, enjuágalas con agua corriente.
  3. Lava los chupones y las roscas con un cepillo para chupón. Asegúrate de hacer pasar el agua caliente y el jabón a través del chupón apretándolo varias veces, para eliminar cualquier residuo de leche que haya quedado atrapado. Enjuaga con agua corriente.
  4. Retira los demás accesorios de las botellas con una pinza esterilizada, enjuágalas bien y déjalas secar en un escurridor de platos.

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Una vez que termines la limpieza, es conveniente que dejes las mamilas en el escurridor permitiendo que les dé el aire, con cada pieza por separado y boca abajo, de manera que todas las gotitas escurran, pues sólo así se secarán correctamente.

Recuerda jamás guardar las mamilas con todas sus piezas colocadas (botella, chupón, rosca y tapa) hasta que estén completamente secas; de esa forma, evitarás la proliferación de bacterias y gérmenes.

 

Vía: Health Library / serPadres