Una nueva investigación publicada recientemente en la revista Nature Medicine, la cual estudió la evolución de la crisis del COVID-19 en China, nos trae algunas buenas noticias: la tasa de mortalidad es mucho más baja que las estimaciones previas.

El informe concretado por especialistas de dicho país establece que la tasa de mortalidad general en casos sintomáticos de la enfermedad COVID-19 es de 1.4%, mucho más baja que la tasa de mortalidad de 3.4% otorgada anteriormente por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según los autores del informe, la tasa de mortalidad de COVID-19 es significativamente inferior a la de la pandemia de gripe española de 1918, pero es más alta que la observada en el brote de influenza A (H1N1) de 2009.

Los investigadores, dirigidos por el epidemiólogo Joseph Wu, de la Universidad de Hong Kong, analizaron datos del área ubicada alrededor de Wuhan, la ciudad china donde comenzó la pandemia.

Al observar los datos de más de 79,000 casos y casi 2,900 muertes en la región hasta el 29 de febrero, los investigadores confirmaron que las probabilidades de muerte aumentaron con la edad.

Por ejemplo, en comparación con los pacientes con COVID-19 que mostraron síntomas y tenían entre 30 y 59 años, los pacientes de 60 años o más tuvieron más de cinco veces más probabilidades de morir por la enfermedad.

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En el otro extremo del espectro, los pacientes menores de 30 años mostraron un 40% menos de probabilidades de morir que los pacientes de 30 a 59 años, señalaron los autores.

El equipo de Wu cree que gran parte del crédito por la reducción de la tasa de mortalidad proviene de las mejoras en la atención hospitalaria en Wuhan.

A medida que el personal de atención médica fue adquiriendo más experiencia en el manejo de los casos de COVID-19, comenzaron a registrarse menos muertes, y todos los casos subsecuentes podrían ser similares, destacaron los científicos.

«Las medidas de control de salud pública impuestas ampliamente en China desde la alerta de Wuhan también han mantenido bajos los números de casos en otros lugares del mundo, por lo que sus sistemas de salud no están tan abrumados más allá de su capacidad de aumento, lo que podría conducir a mejores resultados», agregaron.

Estos resultados, los cuales revelan que la prevención de nuevas infecciones «aplana la curva» de los nuevos casos y ayuda a los hospitales a hacerles frente, es el principal impulsor de los esfuerzos actuales de los países afectados por COVID-19 para limitar, al menos temporalmente, los contactos sociales entre las personas.

La experiencia de China ha ido demostrando que estas estrategias funcionan.

Hace unos días, funcionarios de salud anunciaron que, por primera vez desde que comenzó la pandemia, no hubo nuevos casos de infección por COVID-19 en China. Sin embargo, los expertos advierten que deben transcurrir 14 días completos sin casos nuevos antes de que pueda declararse a China, o a cualquier país, libre de la epidemia.

 

Vía: Health Day News